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Nuevos negocios

Consiga que su vecino le conceda un crédito a un buen interés… por Internet

Internet no se cansa de dar a luz nuevos negocios… o viejos, según se mire. Prestar dinero y cobrar por ello es tan antiguo como la existencia de la moneda como medio de cambio, y aunque hoy en día no hace falta ser un banco para financiar a alguien, lo más habitual es que cuando queremos obtener un crédito personal acudamos a una entidad financiera. Al menos hasta ahora, ya que empiezan a surgir las primeras comunidades de préstamos a través de la red.

Esa es la idea de portales como Prosper.com o Zopa.com, que eliminan de un plumazo a los bancos y ofrecen comunicación casi directa entre los que buscan dinero, y los que lo tienen. Estos mercados crediticios dan así una primera ventaja a sus usuarios: mejores precios que las financeras tradicionales, en el caso de Prosper, el 1% de cada crédito tramitado.

Riesgo compartido

El funcionamiento es tan sencillo como el del clásico préstamo entre dos personas. Alguien, un usuario registrado en la comunidad con su nombre y sus apellidos, necesita dinero en una cantidad similar a la que obtendría pidiendo un préstamo personal al banco. Varias personas tienen ese dinero, y todas ofrecen prestarlo, aunque no todas al mismo precio.

Esa es la segunda ventaja. Como los usuarios fijan el máximo interés que quieren pagar, y los prestamistas ¢pujan¢ a la baja por ser quienes concedan el crédito, los costes financieros de éste tienden a reducirse. Los intermediarios distribuyen normalmente el crédito entre varios prestamistas, por lo que minimizan el riesgo de impago: tercera ventaja.

Pese a ser similares, estos dos servicios no son exactamente iguales. La británica Zopa está relacionada con Equifax, una agencia de calificación de crédito que determina si las finanzas de una persona están en condiciones de cumplir con las deudas contraídas, antes de concederle el statu de usuario. æpermil;ste, además, opera con una cuenta específica en Zopa, lo que quiere decir que no usa su cuenta bancaria tradicional.

De las redes sociales a las redes financieras

Prosper, en cambio, adopta una perspectiva mucho más radical: los usuarios operan directamente cargando e ingresando cantidades en sus cuentas bancarias normales, no hay calificación previa, y lo que es más novedoso: actúan en comunidades virtuales, que pueden agrupar a personas que se conozcan previamente: un grupo de amigos, de familiares, compañeros de trabajo, etc… Una de las personas del grupo es nombrada su líder, que confirma que cada usuario es quien dice ser y a partir de ahí, comienza la negociación.

La idea de estas comunidades financieras es que, aquellos miembros con mejor historial de pagos obtienen mejor calificación, y con ella, la de su grupo. Así, si un usuario incumple un pago, la puntuación de su comunidad disminuye y se le carga automáticamente una cantidad de penalización. Si cumple puntualmente, en cambio, mejora su reputación, y eso le permite obtener créditos a mejores precios. El líder de la comunidad, por su parte, recibe además una pequeña cantidad cada vez que una transacción se concluye con éxito.

Este negocio, que apenas acaba de surgir, está todavía lejos de atraer fuertes sumas o grandes cantidades de clientes, pero abre una vía sorprendente e inédita, y crea un mercado que los bancos difícilmente podrían controlar si consigue éxito: el de los pequeños préstamos. Al fin y al cabo, ¿quién mejor que su vecino, su amigo o incluso un desconocido para prestarle un dinerito a buen precio?

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