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Columna
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Nueva subida de tipos

José Carlos Díez

Hoy se reúne el Consejo de Gobierno del BCE y esperamos una nueva subida de tipos oficiales, de un cuarto de punto, hasta el 2,50%. La vieja guardia pretoriana del Bundesbank pierde peso con la marcha de Otmar Issing y el presidente, Jean-Claude Trichet, no desperdicia oportunidad para aumentar su influencia en la política de comunicación del banco. La pasada semana, en su comparecencia ante el Parlamento Europeo, hizo otra demostración y fue muy explícito y transparente: 'Los mercados aciertan en sus expectativas a corto plazo'. Pues bien, los inversores esperan una nueva subida de tipos hoy y, con un 99% de probabilidad, se producirá.

Julio César instruía a los centuriones de sus galeras para que obligasen a remar cuando las olas venían a favor y eso es lo que está haciendo el BCE. Los datos de PIB del segundo semestre de 2005 confirmaron el inicio de la recuperación y los indicadores adelantados anticipan que la recuperación será más intensa de lo esperado.

Destaca la subida del índice IFO de confianza empresarial en Alemania, que se situó en febrero en el nivel más alto de los últimos 14 años. Este indicador está muy correlacionado con la inversión y el PIB alemán, por lo que se entiende que el dato haya espoleado a las Bolsas y que el euribor a un año se haya situado próximo al 3%, su nivel más alto desde 2002. Además, en el segundo semestre de 2005 se ha producido un fuerte aumento de la inversión en construcción en Alemania que es muy esperanzador, ya que el pinchazo del boom inmobiliario ha explicado buena parte del mal comportamiento de la economía alemana en el último lustro.

No obstante, tampoco caigamos en la euforia. Si comparamos la situación actual con la del verano pasado, tras la crisis de confianza que supuso el rechazo francés y holandés a la Constitución europea, es lógico que los indicadores hayan mejorado, pero en un escenario optimista la economía europea crecerá próxima al 2% en 2006. Los costes laborales de la eurozona siguen siendo elevados en un mundo globalizado y en una UE de 25 miembros y eso explica que nuestras empresas se vean obligadas a incrementar su esfuerzo inversor con el fin de restaurar la competitividad perdida. Pero también explica que el empleo esté estancado, con un crecimiento del 0,6% anual y que los salarios crezcan próximos a la inflación sin ganar capacidad adquisitiva. Con este escenario, se entiende el pesimismo de los consumidores, especialmente los alemanes, y no esperamos una recuperación del consumo privado hasta después del verano.

Europa es una economía relativamente cerrada, por lo que es necesario que la demanda interna recupere su dinamismo para ver crecimientos del 3%, como en EE UU, pero esto no sucederá hasta que resolvamos nuestros problemas de competitividad. La receta es conceptualmente sencilla. El desarrollo tecnológico y la globalización han cambiado radicalmente los procesos productivos y las ventajas competitivas en la última década. Los países con economías más flexibles y menos regulados son los que mejor comportamiento han tenido, ya que sus empresas han podido adaptarse con mayor rapidez a los cambios.

Basta con ver el sesgo proteccionista de los Gobiernos europeos en el último mes, para no ser muy optimista sobre las perspectivas de crecimiento de los próximos años. Los españoles y franceses rechazamos una oferta por nuestro monstruo del acero porque está en peligro el empleo y la situación laboral. Los franceses fusionan sus gigantes energéticos para protegerse de una posible opa de los italianos. Los españoles rechazamos la entrada de una empresa eléctrica alemana porque no cumple el principio de reciprocidad. Los alemanes amenazan con endurecer su ley de opas, que ya es la más restrictiva de Europa, etcétera. Ya han pasado 230 años desde que Adam Smith explicase con maestría los principios de la división del trabajo y la mano invisible y parece que la sociedad europea no es capaz de comprenderlos y, sobre todo, de aplicarlos correctamente.

Con la economía creciendo próxima a su nivel potencial y con la inflación sin alejarse demasiado del 2%, nivel objetivo de estabilidad de precios, en el horizonte de previsión, esperamos que el BCE continúe con su proceso de normalización de tipos en 2006, pero la autoridad monetaria dispone de pocos cartuchos y tendrá que administrarlos con prudencia. Esperamos que suba de nuevo el próximo verano hasta 2,75% y de nuevo a final de año hasta el 3%. Un banco central tiene por objetivo la estabilidad de precios y el BCE hace bien en subir gradualmente los tipos. Sin duda, esa es su mejor contribución al crecimiento europeo.

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