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EE UU

La crisis de los puertos deja solo a Bush

A George Bush le gusta la lealtad y sus compañeros de partido se la han dado durante su presidencia. Hoy está casi solo en la Casa Blanca. Todo empezó con la opa de una empresa extranjera, Dubai Ports World sobre otra empresa no americana sino británica, P&O Navigation, por 6.800 millones de dólares. P&O gestiona terminales portuarias en Baltimore, Nueva York, Nueva Jersey, Filadelfia y Nueva Orleans, además de otras en la India, China, Reino Unido, Francia y Bélgica. Estos activos serán a partir de marzo de DPW, una empresa del Gobierno de Dubai, el emiratos más moderno y capitalista de Emiratos Árabes Unidos (EAU).

Esta operación, que ha sido seguida por la prensa desde que comenzó sin levantar mayor revuelo, empezó a adquirir relevancia política a mediados de mes en un contexto más político y sensible.

Los senadores demócratas de Nueva York Hillary Clinton y Robert Schumer cuestionaron el más que discreto procedimiento de aprobación de la transacción que da a una empresa estatal árabe la gestión de un buen número de terminales de la costa este. El propio Bush confesó haberse enterado cuando el asunto ya estaba cerrado.

Según los legisladores, Bush está fallando en su misión de proteger a los americanos al permitir que los ya poco vigilados puertos se gestionen por la empresa de un Estado de donde salieron dos terroristas que participaron en el 11-S. Pese a ser sede de muchas multinacionales en la zona y su apoyo a los militares de EE UU, los críticos con el acuerdo ven a este emirato como un renuente socio en la lucha contra el terrorismo, ya que reconocía al Gobierno talibán de Afganistán, por sus bancos pasó el dinero para atentados y no reconoce a Israel. El espectro del perfil racial, antesala del racismo, se manifiesta.

En un ambiente preelectoral (renovación parcial del Congreso en noviembre), los republicanos no han perdido tiempo en enarbolar la rentable bandera de la seguridad nacional y unirse a los demócratas. Esta semana se presentarán iniciativas legislativas para retrasar o parar la entrada de la empresa de Dubai. El republicano Peter King dice que quiere tiempo para conocer la política de recursos humanos de DPW, la tercera del mundo de gestión de terminales, y si los empleados son 'pro Al Qaeda o pro talibán'. Bush dice que vetará cualquier acción legislativa. Será su primer veto como presidente.

Según publicó ayer The New York Times, hoy lunes está previsto que DPW solicite 'voluntariamente' al Gobierno una revisión más a fondo de este pacto en línea con lo que pide el Congreso.

Fuera del terreno político, los técnicos contemplan el asunto con estupefacción. Stephen Flynn, ex comandante de la Guardia Costera y experto del Council on Foreign Relations, asegura que de 'entre los muchos problemas de los puertos de EE UU, el de la titularidad de la gestión de las terminales es el último'. La mayoría de las terminales de los puertos se gestionan por empresas extranjeras y el Departamento de Seguridad Nacional se encarga de la vigilancia, el mismo que hasta ahora no ha reforzado su celo en los puertos y ha fracasado en la crisis de los huracanes.

La crisis de los puertos apunta directamente al corazón de la fortaleza de Bush, que no ha dudado en hablar de peligros y azuzar el miedo para justificar, a continuación, en el nombre de la seguridad nacional, cuestiones como el espionaje de sus ciudadanos, el trato a los presos y la guerra de Irak después de que se le cayeran los razonamientos de las armas de destrucción masiva. 'Vamos a acabar con el terrorismo en Irak y Afganistán para no tener que hacerlo en suelo americano', suele decir.

Ahora dice que no hay nada que temer y plantea la necesidad de la diplomacia con un socio en la llamada 'guerra contra el terrorismo', pero él mismo ha aprovechado resquicios más estrechos que éste y, como dice Paul Krugman, después de todo lo que ha pasado estos años, ahora no es momento de cambiar de canción y entonar el 'don't worry, be happy'. El Congreso le hace probar su propia medicina.

Se han cambiado las posiciones en la política interna, pero el problema es serio porque muchos ojos en un cada vez más explosivo Oriente Próximo miden los pasos de Washington. Los economistas hacen notar que la inversión extranjera es importante, y árabes como el príncipe Al Waleed, de la Casa Real saudí, tienen importantes participaciones en empresas como Citigroup o Pepsi; además, muchos Estados de la zona usan sus petrodólares para comprar deuda de EE UU y permitir que el país y el dólar no se hundan en sus déficits.

Aeropuertos en manos extranjeras

Schipol Group, de Holanda, tiene una participación del 40% en la terminal 4 del aeropuerto internacional John F. Kennedy de Nueva York. Los aeropuertos son los centros de transporte más vigilados y con más seguridad del país tras el 11-S.BAA, una gestora británica de aeropuertos tiene operaciones en Indianápolis, Baltimore, Boston y Pittsburgh.La germana Fraport, responsable de la gestión del aeródromo de Fráncfort, tiene contratos de gestión de equipajes en el aeropuerto de Jacksonville (Florida).P&O gestiona terminales portuarias desde 1999. Compañías chinas, galas, danesas y alemanas se ocupan de otros puertos

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