Bruselas quiere imponer los mecheros a prueba de niños
Los fabricantes se resisten a adaptar un producto del que venden 1.000 millones de unidades
Ergonómicos, elegantes, efectivos. Los encendedores del siglo XXI están muy lejos de la mecha y el pedernal de los viejos chisqueros. Pero, según la Comisión Europea, su facilidad de encendido les convierte en un peligroso instrumento cuando quedan al alcance de los niños.
Bruselas presentará mañana una polémica medida para exigir a los fabricantes e importadores que sólo comercialicen encendedores 'a prueba de niños' en el mercado europeo. Las organizaciones de consumidores apoyan el proyecto, pero acusan a varios países, entre ellos España, de ceder a las presiones del sector e intentar bloquear la medida. Fuentes del Ministerio de Sanidad y Consumo, sin embargo, precisaron ayer que 'España considera la medida conveniente, pero está estudiando en detalle la propuesta de la Comisión'.
'Hago un llamamiento a los Estados miembros para que nos ayuden a proteger a nuestros niños', ruega el comisario europeo de Salud y Protección al Consumidor, Markos Kyprianou, en vísperas de hacer público el proyecto de Decisión comunitaria.
Cada año, según la CE, se produce una media de 40 muertes como consecuencia de los incendios provocados por niños menores de nueve años jugando con un mechero. Esos siniestros dejan, además, entre 1.500 y 1.900 heridos. Un crío de dos años ya es capaz de activar algunos de los mecheros actuales. A los tres y cuatro años de edad, el niño se siente atraído por la llama, pero no comprende el riesgo que implica. Y un último agravante psicológico: tan pronto como se desencadena el fuego, el niño suele marcharse de la habitación sin dar la voz de alarma.
Con datos tan dramáticos, ¿por qué se resisten los fabricantes a mejorar la seguridad de sus productos? El problema es que la CE se basa, en gran parte, en la extrapolación de cálculos realizados en el Reino Unido y en estudios llevados a cabo en Estados Unidos. Y Bruselas, hasta ahora, no ha conseguido convencer a las capitales europeas de que merezca la pena tomar medidas.
La CE se había resignado a la autorregulación del sector, pero ha comprobado que no cumplen las normas de seguridad pactadas hace tres años en el marco del Comité Europeo de Estandarización. Por eso, Kyprianou retoma ahora la ofensiva para imponer las normas de seguridad.
Bruselas minimiza el coste de la adaptación de los 1.000 millones de mecheros que cada año se venden en el mercado europeo (la mitad son importados) y asegura que ascenderá a menos de cinco céntimos por unidad. El cálculo, de nuevo, procede de la fe de Kyprianou en los datos de EE UU.
El comisario chipriota, sin embargo, cuenta con un segundo argumento que puede desarmar la resistencia del sector. Según las estadísticas, esta vez comunitarias, las exportaciones de los fabricantes europeos de encendedores a EE UU, Canadá, Australia y Nueva Zelanda alcanzaron en 2004 un valor de 43 millones de euros. 'Y en todos esos países', recuerda la Comisión, 'es obligatorio vender mecheros a prueba de niños, así que los fabricantes ya disponen de la tecnología necesaria para hacer los cambios necesarios'.