Barajas en su hora cero
Tras diez años de obras y 6.200 millones de euros de inversión, desde ayer el nuevo aeropuerto de Madrid es una realidad operativa. El primer día de funcionamiento permitió constatar la ambición del proyecto, la belleza de los nuevos edificios y el esfuerzo de los trabajadores de AENA, de las compañías aéreas y de las tiendas del aeropuerto para que todo este a punto. Pero en la jornada del estreno no todo funcionó como debía y muchos viajeros sufrieron serias incomodidades. Los problemas respondían a aquellos aspectos del nuevo Barajas que antes de su inauguración ya se señalaron como los puntos débiles del proyecto. Los accesos a Madrid, la conexión entre las terminales viejas y nuevas, el embarque y la recogida de maletas son los aspectos que, si no se mejoran y vigilan, pueden emborronar la imagen esperanzadora de un gran aeropuerto que despega hacia el futuro.