Problemas con las conexiones y los equipajes en el estreno del nuevo Barajas
Miles de empleados de Iberia y AENA se esfuerzan por atender a viajeros y curiosos y, a la vez, resolver la acumulación de problemas del primer día
El nuevo Barajas comenzó ayer su andadura. La jornada inaugural discurrió entre el bullicio de la gente que acudió a la T4 por la obligación de tomar un vuelo, o simplemente con la curiosidad de conocer lo que se ha vendido como 'la mayor obra realizada en Europa en los últimos tiempos'. Unos 8.000 empleados se esforzaron por prestar el mejor servicio en un enorme complejo de instalaciones y equipos recién estrenados que ni ellos mismos controlan a la perfección.
'Todo esta saliendo razonablemente bien', aseguró la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, y a este veredicto se sumaron Manuel Azuaga, presidente de AENA, la empresa pública propietaria del aeropuerto, y Fernando Conte, presidente de Iberia, la compañía que ocupa el 60% de las nuevas instalaciones. Muchos pasajeros, sin embargo, abarrotaban los mostradores de reclamaciones por maletas perdidas o conexiones perdidas.
La jornada había empezado muy temprano cuando, tras varios cambios de horario para disputar con Vueling el honor de estrenar la nueva terminal, el vuelo de Iberia IB2640, con destino a Barcelona, fue el primero en despegar a las 5,30 de la madrugada. Después, en medio de un río de curiosos y pasajeros, comenzaron a actuar medio millar de grupos artísticos de las más variadas disciplinas que Iberia había contratado para dar realce al evento.
Entre los ruidos del público, las músicas de los artistas y los silbatos de un grupo de manifestantes por el ruido en los barrios cercanos, los empleados de las compañías se esforzaban por controlar 'un montón de pequeños problemas' que amenazaban con deslucir la fiesta. Una caída de tensión que dejó inoperantes varios mostradores de facturación durante 30 minutos; problemas en los sistemas de entregas de equipaje; pasajeros y trabajadores que se pierden en una nueva terminal que no conocen; el tren automático de conexión entre la T4 y su satélite, cuya capacidad no es suficiente para los momentos punta del tráfico.
'Son problemas menores que en dos o tres días se solventarán totalmente y permitirán que la nueva terminal funcione al cien por cien', según se esforzaba en explicar Ángel Mullor, el consejero delegado de Iberia quien admitió que estas incidencias ha generado en algunos momentos 'aglomeraciones' de pasajeros.
Viajeros y curiosos que veían por primera vez en directo la obra arquitectónica de los estudios de Lamela y Rogers, y no tenían reparo en declarar su contento por las enormes dimensiones del edificio y por la plasticidad de las formas y los colores. Algunos protestaban por la falta de cobertura de los teléfonos móviles, sobre todo en la terminal satélite que alberga a los vuelos intercontinentales. El personal del aeropuerto justificó las dificultades de los móviles por 'barridos de seguridad', dada la concentración de personalidades que se habían dado cita en el nuevo Barajas.
Trabajadores de AENA e Iberia había pasado toda la noche del sábado al domingo trabajando en una operación espectacular de traslado de todo tipo de equipos, ya que hasta el día 4 a medianoche estuvieron prestando servicio en las viejas terminales. Ahora están contentos con su nuevo lugar de trabajo. 'Aquí hay luz natural por todas partes, mientras que en las terminales antiguas estabas con en una cueva, siempre con iluminación artificial', dijo un empleado.
Las antiguas terminales, vacías
En contraste con el bullicio y la tensión de la T4, ayer se vivió en las antiguas terminales de Barajas, especialmente en la T 3, una sorprendente quietud y vacío. Cuatro vigilantes de seguridad, algún pasajero despistado y bastantes tiendas cerradas o con nula concurrencia. A pesar de la noche de traslado, los edificios vaciados estaban concienzudamente limpios, en una prueba de que AENA no quiere dejar desamparadas a las compañías que seguirán operando en el Barajas de siempre. Precisamente, fuentes de alguna de las aerolíneas que no se mudan de ubicación volvía ayer a mostrar su disgusto por 'la marginación' en la que se les ha dejado. Las viejas terminales fueron testigos ayer del nuevo trajín de los autobuses de conexión entre la zona nueva y la vieja y que, contra pronóstico, viajaban hasta los topes de pasajeros. La mayoría de los taxistas optaron por probar fortuna en la T4, pero un número significativo decidió que, al menos durante la jornada inaugural, seguiría con la rutina de muchos años. La estación de metro de Aeropuerto, sin conexión con la T4, no será útil para la mayoría de viajeros al menos hasta 2007. La señalización para acceder al nuevo Barajas por carretera tiene un montón de lagunas y las vías tenderán a colapsarse.