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Escándalo

El presidente de Livedoor, detenido por fraude fiscal

El empresario siembra el temor a otra burbuja tecnológica

Tafumi Horie, el presidente de Livedoor, la compañía japonesa de internet que sembró el caos en las bolsas internacionales la semana pasada, fue arrestado ayer tras ser sometido a un interrogatorio de la Fiscalía nipona por delito de fraude fiscal. Junto a Tafumi Horie, de 33 años, fueron detenidos otros tres ejecutivos de esta puntocom que ha desatado fantasmas del pasado. Todos han sido acusados de falsificar información para aumentar su valor en Bolsa y engañar a los inversores.

Los fiscales sospechan que manipularon los libros de cuentas del grupo Livedoor en el año fiscal que concluyó en septiembre de 2004 para presentar la existencia de beneficio cuando en realidad la empresa estaba en números rojos. Los investigadores creen que los directivos de esta compañía realizaron transacciones ficticias para ocultar pérdidas de 1.000 millones de yenes (unos 6,7 millones de euros) y mostrar beneficios anuales de 1.400 millones de yenes (9,4 millones de dólares).

El portal de internet Livedoor trae al recuerdo la crisis de los valores tecnológicos de hace cinco años, con America Online, WorldCom, Enron, Terra, Lycos, entre sus protagonistas. Sus prácticas de negocio ahora cuestionadas han hecho temer una segunda burbuja tecnológica similar a aquella, que también se llevó por delante otras firmas japonesas como Softbank e Hikari Tsuhin.

La Fiscalía japonesa inició su investigación sobre Livedoor la semana pasada cuando registró por sorpresa la sede central del grupo. Ayer por la noche, las autoridades registraron también la casa de Horie, que siempre ha negado las acusaciones.

Pero, ¿quién es este empresario treintañero que con sus maniobras financieras obligó la semana pasada. Por segunda vez en su historia a cerrar la Bolsa de Tokio durante media hora?

Takafumi Horie ha pasado de héroe a villano en pocos días. Hasta ahora era una especie de ídolo para la juventud japonesa, que veía en él al sueño americano, porque fundó una compañía con 42.300 euros y en pocos años su fortuna rondaba los 81,4 millones de euros. Horie fundó Liverdoor en 1996 y pronto el grupo creció gracias a sus compras agresivas, a las fusiones con otras compañías y al fraccionamiento de sus acciones. Diez años más tarde, con unos 2.500 empleados y 44 filiales, su valor de mercado alcanzaba los 4.065 millones de euros.

Su éxito queda reconocido por el propio asistente del Gobernador del banco de Japón, Eiji Hirano, quien ha asegurado en Londres que el caso Livedoor es posiblemente escandaloso, pero 'sin embargo simboliza una tendencia clara de cambio para reemplazar el viejo sistema' en la economía japonesa. Incluso el primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, explotó la imagen del fundador de Livedoor para impulsar una reforma parlamentaria, según Reuters. Pero ayer dijo que 'si se ha vulnerado la ley, será natural que se responda estrictamente'. De ser condenado, Hories podría pasar años en la cárcel y debería pagar una importante multa.

El grupo Livedoor, que abarca hoy software, servicios financieros, comercio online y hasta una editorial, que fue la que generó la primera sospecha de fraude, ha perdido en una semana un 64% de su valor en Bolsa (ó 3.251 millones). El desplome de sus títulos continuó ayer, y al cierre de los mercados sus acciones valían 256 yenes, su cifra más baja desde su entrada en Bolsa.

Hories sigue teniendo, pese a todo, muchos fans. Algunos de sus más fieles ven en la investigación una represalia del 'viejo establishment japonés'. La justicia tiene la última palabra.

Un extravagante treintañero con mucha ambición

Takafumi Horie es una mezcla de Bill Gates con Diego Maradona y el magnate Donald Trump, según le han definido algunos medios de comunicación. Y es que el joven empresario japonés abandonó sus estudios de literatura en la Universidad de Tokio para fundar Living on the Edge, junto a un amigo, algo similar a lo que hizo el fundador de Microsoft, quien también abandonó sus estudios universitarios para crear al gigante del software.La ambición de Horie hizo crecer su empresa, apoyándose en prácticas de negocio hoy cuestionadas, hasta convertir a Livedoor en una especie de Yahoo Nipón. Como otros empresarios de la época de la burbuja, el joven Horie vive rodeado de lujo: se mueve en Ferrari, es propietario de un jet privado y vive en el piso 38 de un rascacielos de un exclusivo barrio de Tokio desde el que aseguró, según cuentan los periódicos japoneses, que dominaría el mundo.Entre los sueños de Horie está 'aniquilar a los periódicos y canales de televisión', según sus palabras, al querer ofrecer en su sitio web una completa plataforma multimedia. La ambición del empresario, al que se acusan ahora de violar las leyes del mercado de valores, le llevó en 2004 a intentar comprar un equipo de béisbol y en 2005 lanzó una oferta por la Nipon Broadcasting Systems, la cadena de radio del grupo más grande del Japón.

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