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Columna
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Registros y mercado laboral

De los registros administrativos existentes relacionados con el mercado laboral, dos permiten obtener estimaciones sobre la posición de las personas en edad de trabajar en relación con el empleo y el paro: las afiliaciones a la Seguridad Social y el paro registrado.

Las afiliaciones a la Seguridad Social en situación de alta laboral o asimilada es una estadística administrativa, derivada de la gestión de las cotizaciones a la Seguridad Social, que puede utilizarse como estimación del empleo existente en un momento determinado. Ahora bien, esa estadística excluye a los funcionarios sujetos a las Mutualidades Administrativas del Estado, Judicial y Defensa, a la vez que infravalora la existencia de otros colectivos que no tienen obligación de cotizar a la Seguridad Social, como los ayudas familiares y los empleados de hogar que trabajen menos de 20 horas semanales. Asimismo, puede darse la circunstancia de personas que estén afiliadas y cotizando pero no realmente trabajando, como puede ocurrir, de forma legal, en muchos casos de trabajadores autónomos y de pertenecientes al Régimen Especial Agrario, tanto por cuenta propia como ajena.

Las afiliaciones a la Seguridad Social no recogen a las personas que se encuentran trabajando en situación irregular o de economía subterránea y no estén afiliados ni coticen al sistema y, además, como la estadística se refiere a las afiliaciones y no a las personas afiliadas, las pluriafiliadas por trabajar en más de una ocupación se consideran más de una vez.

En contraste con la EPA, las estadísticas sobre afiliación y paro registrado tienen la ventaja del reducido coste y la rapidez en su publicación

Como consecuencia de que no todas las afiliaciones recogen situaciones de empleo y de que no todas las personas ocupadas están afiliadas, la cifra de afiliaciones no tiene que coincidir con el empleo estimado por la encuesta de población activa (EPA). Para el conjunto de 2005, el número de afiliaciones a la Seguridad Social se sitúa en 17.835.400, mientras que las personas ocupadas estimadas por la EPA ascienden en el promedio de los tres primeros trimestres a 18.859.600, prácticamente un millón más.

En términos relativos, el incremento de las afiliaciones en 2005 es el 4,4%, inferior al del empleo de la EPA en los tres primeros trimestres del pasado año, que es el 5,6%. Pero ambos aumentos están sesgados al alza, las afiliaciones por el proceso extraordinario de regularización de inmigrantes y el empleo de la EPA por los cambios de metodología introducidos en el primer trimestre del año. Si se corrigen esos efectos, las afiliaciones aumentarían el 2,9% y el empleo de la EPA el 4,8%, tasa también superior a la correspondiente a la de afiliaciones.

Por su parte, el paro registrado en las oficinas públicas de empleo tampoco tiene que coincidir con las cifras estimadas de paro por la EPA, ya que tanto conceptual como metodológicamente existen diferencias entre las dos fuentes: estadística administrativa el paro registrado y encuesta a hogares familiares la EPA.

Las principales diferencias entre el paro registrado y el obtenido por la EPA son cuatro. La primera: no todos los parados buscan empleo por las oficinas públicas de empleo, y utilizan otros métodos (oficinas privadas, relaciones personales y familiares, prensa...). La segunda: no todos los desocupados inscritos como demandantes de empleo son considerados parados en la estadística del Servicio Público de Empleo, aunque puedan cumplir los criterios de medición de la EPA, al excluirse a colectivos como estudiantes, demandantes de empleo coyuntural o de jornada reducida.

La tercera, que determinados demandantes considerados como parados registrados, en realidad no cumplen los requisitos de búsqueda y disponibilidad, como el caso de muchos prejubilados. Y la cuarta, que los parados inscritos en las oficinas no siempre son considerados como parados por la EPA, ya que en ésta, si el único método de búsqueda que declara es la inscripción y no ha tenido contactos con la oficina en las cuatro últimas semanas con la finalidad de encontrar trabajo, se computan como inactivos.

Fruto de estas diferencias son las discrepancias tanto en nivel como en tasa de variación interanual de las dos cifras de paro, la registrada y la de la EPA. En cuanto al nivel, el paro registrado en 2005 alcanza la cifra media de 2.069.900 personas, mientras que el estimado por la EPA asciende en el promedio de los tres primeros trimestres del año a 1.936.200 personas. En contraste con lo que tradicionalmente ocurría, la primera supera a la segunda. Ello se debe a que el cambio en la medición del paro registrado, introducido en mayo de 2005, al pasar del SILE al SISPE, supuso un afloramiento de esta cifra, unido a que el cambio metodológico de la EPA en el primer trimestre de 2005 provocó una reducción de la cifra de paro estimada por la EPA. En relación con la tasa de variación del paro también se producen importantes diferencias en las dos estadísticas, aunque con las dos disminuye: el paro registrado en 2005 el 2,1% y el paro estimado por la EPA en los tres primeros trimestres del año el 13,2%.

A pesar de las discrepancias entre las afiliaciones y el paro registrado y las correspondientes estimaciones de la EPA, las tres estadísticas desempeñan un importante papel como indicadores del mercado de trabajo. Las dos administrativas, afiliaciones y paro registrado, tienen, además, importantes ventajas: reducido coste, rapidez en su publicación y periodicidad mensual, en contraste con la trimestral de la EPA. Pero esta última, que tiene como objetivo básico la medición de las situaciones de las personas en edad legal en el mercado de trabajo, es la única que cumple estrictamente los criterios internacionales para la medición del empleo y el paro (estar desocupado, buscar activamente empleo y estar disponible para trabajar) y que cuantifica las dos magnitudes, lo que la convierte en imprescindible para estimar la población activa y la tasa de paro.

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