El test de la SEC
John Pierpoint Morgan JPMorgan, que dominó Wall Street hace cien años, dudaba de la estabilidad de las compañías que pagaban a sus máximos ejecutivos 20 veces más de lo que percibía su empleado más bajo (...). Un consejero delegado de una gran compañía se embolsaba de media 2,5 millones de dólares en 2004, frente a un millón cinco años antes. Algunos de estos sueldos pueden estar justificados para recompensar un buen rendimiento. Pero otros corresponden a un desembolso a expensas de los accionistas (...).
La labor de controlar los sueldos de los jefes recae sobre los jefes de los jefes, es decir, los accionistas de la compañía y las juntas. Pero esto no va a ocurrir salvo que, como mínimo, el sueldo de los jefes se publique con detalle (...).
Lo que los accionistas necesitan es un cálculo honesto del coste de los futuros pagos de las pensiones, expresado en dinero de hoy (...). La SEC no ha modernizado las normas sobre pagos a ejecutivos desde los años noventa, y su nuevo presidente, Cristopher Cox, hace bien en tratar el asunto. Pero si se queda corto en las pensiones, se estará olvidando de un tercio de las compensaciones que reciben los ejecutivos. Es más, ese tercio es especialmente preocupante porque tiende a no estar vinculado con el rendimiento del ejecutivo.