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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La potencia de China

La economía china es un 17% más grande de lo estimado hasta ahora, según la revisión del PIB nacional que ha llevado a cabo Pekín tras un masivo censo para el que se han movilizado 13 millones de encuestadores. El país más poblado del mundo eleva así su producto en 285.000 millones de dólares (un salto equivalente a todo el PIB de Austria), hasta acercarse a los dos billones de dólares. Esta cifra sitúa al gigante asiático entre las grandes potencias económicas mundiales, a un nivel parejo con Francia y el Reino Unido y sólo por detrás de Estados Unidos, Japón y Alemania. Dado que China ha mantenido en los últimos 25 años un crecimiento económico medio del 9,5% anual, muy superior al de cualquier país avanzado, es apenas cuestión de meses que se confirme como cuarta economía del globo. En PIB por habitante, sin embargo, China sigue a años luz de los países desarrollados, en el puesto 107 mundial, frente al 122 que ocupaba antes de esta revisión. Claro que, según algunos expertos, también podría estar infraestimada la población, oficialmente de unos 1.300 millones de personas.

Una de las consecuencias del nuevo escenario es que la economía china tiene una composición algo más equilibrada de lo esperado, al haberse elevado el peso del sector servicios hasta el 40%, lo que indica una menor dependencia de la industria y ayudaría a eliminar presión sobre los tipos de cambio. Sería un alivio para quienes están preocupados por el galopante crecimiento chino, uno de los motores de la economía global, pero también origen de grandes desequilibrios comerciales, monetarios, energéticos y medioambientales.

En todo caso, se calcula que unos 300 millones de chinos han salido de la pobreza desde que se iniciaron las reformas económicas en 1978, lo que constituye un éxito sin precedentes. Lamentablemente, el escenario político no ha vivido una evolución paralela. Si China no da nuevos pasos aperturistas, lo que debe incluir avances en las libertades civiles y la transparencia en la gestión pública y privada, su esperanzador camino puede quedar truncado.

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