Clasicismo en Bodegas Fontana
Más que pisar moqueta lo que le gusta a Ana Cantarero, madrileña de 43 años, directora de Bodegas Fontana, es trabajar donde se cocina todo, en la viña. El 80% de su tiempo discurre en las bodegas que su familia tiene en Cuenca. El resto lo pasa en el despacho que tiene situado en el barrio de Salamanca en Madrid. Lo primero que sorprende nada más entrar en la habitación es la decoración clásica que ha elegido esta ejecutiva, que contrasta con la imagen innovadora y juvenil de la bodega. Por ejemplo, uno de sus vinos, Quercus, ha tenido la fortuna de ser el vino oficial del Máster Series de Madrid desde que este torneo arrancó hace un lustro. 'Fuimos atrevidos y apostamos por este campeonato cuando todavía no éramos muy conocidos. Vamos a la par que el torneo. Es un gran escaparate y hemos ido renovando cada año. Eso significa algo muy importante para nosotros y es que nuestro vino gusta', señala Cantarero.
La serenidad de esta mujer va acorde con la misma calma y paciencia que se requiere para dedicarse al negocio vinícola. 'Aquí no sirven las prisas, ni el corto plazo. Es un trabajo que vas viendo los resultados con los años. Por eso no hay que impacientarse'. Y esa misma tranquilidad es la que intenta transmitir a sus empleados. 'Es necesario que la gente vea a su jefe tranquilo, con relajación. Si el jefe está alterado todo se hunde, aunque también hay días en los que no se puede evitar estar nervioso'. También parece ordenada, y asegura que lo es. 'No me gusta tener barullo de trastos que no sirven para nada. Ni que se acumulen papeles'. Lo que le da vida al despacho son las plantas. Como buena farmacéutica y aficionada a la botánica, explica que no puede vivir sin ellas. 'Creo que da vida y si no las tengo cerca, no estoy a gusto'.
Ana Cantarero cree que la licenciatura de Farmacia está muy ligada a los vinos, ya que una de las ramas que se estudia en la carrera es nutrición y ella siempre se ha interesado por esa disciplina. Cuando finalizó los estudios, cursó un máster en Enología en la Escuela de la Vid. Ahora compagina dos trabajos, el de la farmacia y el de la bodega. Además tiene dos hijos. El secreto para poder compaginar todo ello es muy simple: 'mucha organización, madrugones y acostarse tarde'. A pesar de ello, no se queja porque reconoce que al trabajar en una empresa familiar no dispone de un horario muy estricto.
'Para poder dirigir una compañía, hay que conocer todos los entresijos de ella y todos los problemas'
'El jefe no me martiriza y tengo mucha flexibilidad para poder organizarme. Es una suerte porque también me gusta ayudar a los niños con las tareas del colegio', afirma esta ejecutiva que si algo necesita para trabajar es luz. 'La oscuridad no favorece no me estimula. Necesito, así como las plantas, claridad. Da mucha alegría', explica.
Ana Cantarero es la cara visible de la bodega, que dirige con sus hermanos Jesús y Rocío y con los consejos de su padre Román, un jubilado de los que no se retira nunca. 'Y no queremos que lo haga porque lleva 40 años dedicado al mundo del vino y su experiencia y sabiduría es muy importante para nosotros', explica. De hecho, el día que se realizó esta entrevista, Román Cantarero estaba en la oficina. Lo que si tienen repartidas son las funciones del trío familiar, 'aunque todos conocemos la bodega muy bien por dentro'.
Durante un tiempo trabajó en la embotelladora, también el departamento de pedidos, y aclara que hay directivos que son de mesa y sillón y no bajan nunca a la arena. 'Es importante para poder dirigir una compañía conocer todos los entresijos de ella y saber los problemas que se pueden plantear y la manera para resolverlos'. Ella, por si acaso y para no equivocarse, siempre recuerda un consejo que siempre repetía su abuela: 'Antes de mandar hacer algo hay que saber hacerlo'.
Ana Cantarero confiesa que es muy exigente, empezando por ella misma, aunque si asegura que es muy respetuosa con toda la gente que trabaja en la empresa. 'Como he pasado por todas las fases de la bodega comprendo muy bien, aunque no los comparta, los problemas ajenos'.
Rodeada siempre de los suyos
Le gusta estar rodeada de lo suyos. En el trabajo Ana Cantarero tiene a su lado las fotografías de sus hijos, las de los niños que tiene apadrinados y las de sus padres. También cerca tiene el retrato de su abuelo, un ejemplo para ella a seguir.A decorar el despacho, de amplios ventanales y forrado prácticamente todo con madera, le ha ayudado su madre, que se ha encargado de elegir algunos de los muebles y objetos antiguos que ocupan la estancia. Entre ellos destaca un valioso reloj. A pesar de ello, Cantarero asegura que no es una persona que se aferre en exceso a las cosas materiales.También guarda con cariño la figura de una mujer desnuda que le regaló un amigo. 'Todo lo que tengo es porque representa algo en mi vida. No me gusta guardar nada que no tenga un valor sentimental para mí'.Le gusta pasear, salir al campo y hacer punto de cruz, actividad que le ayuda a relajarse. 'Me sirve como terapia y hace que me olvide de todos los problemas cotidianos'.