La independencia va con el sueldo
Se comenta ahora en los mercados que la decisión de Jean-Claude Trichet de elevar en un cuartillo el precio del dinero tiene tanto de medida económica como de gesto dirigido a la clase política. Buena parte de los dirigentes de los países europeos han comentado que no les parece apropiada la subida de los tipos directores, y el presidente del BCE puede haber optado por demostrar su independencia. Algo que no debería tener que hacer, pues la independencia de un banquero central es algo que, se supone, va con el sueldo.
Señaló ayer Trichet que su mandato es de controlar los precios, algo que probablemente todos los que se han tomado la molestia de leerse las noticias al respecto. La afirmación, pues, puede parecer gratuita. Sin embargo, en estos casos la lógica juega malas pasadas. Así, si bien para algunos sea obvio que Trichet ha querido reforzar su independencia, otros pueden argumentar, y también de forma impecable, que el presidente del BCE había tomado una decisión y que no la cambió -ni debería haberlo hecho- por las declaraciones de los políticos. De hecho, se entiende que cuando hablamos de la independencia de un banquero hablamos, precisamente, de no dejarse influir.
Lo que falta es conocimiento de causa, es decir, saber hasta qué punto hace tres semanas había alguna decisión tomada. Y lo que se entiende difícilmente, en este contexto, es la tendencia de los gobernantes a discutir con el banquero en público, cual pareja mal avenida. En realidad, pedir a Trichet que no suba los tipos cuando ya lo ha insinuado es una invitación a que lo haga, pues cuáles no hubieran sido los comentarios si ayer el precio del dinero se hubiese mantenido estable.
No tiene sentido escarbar mucho más. Trichet puede haberse precipitado o no, el tiempo lo dirá, pero ya ha actuado y ha dado directrices sobre el futuro. Subirá un cuarto o, como mucho, medio punto más. El mercado tiene dinero más caro, pero también un escenario al que atenerse.