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Tribuna
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Un futuro sin vuelta atrás

Desde que en 1996 se creó la figura del medicamento genérico en España muchas han sido las tribulaciones por las que ha pasado. Empezando por las meramente políticas, por devaneos de unos y de otros al cargo, y siguiendo por las campañas de desprestigio que algunos interesados han lanzado en reiteradas ocasiones.

Desde esa fecha se han vendido en España unas cuantas decenas de millones de unidades de estos productos sin que nadie haya podido demostrar que sean productos de inferior calidad. También desde esa fecha hasta hoy la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios ha autorizado la puesta en el mercado de millares de productos que han pasado las evaluaciones y controles de dicha autoridad.

Creo que hemos pasado el examen. Tanto los médicos como los farmacéuticos por su formación técnica inherente saben perfectamente de las bondades de los medicamentos genéricos y de que no hay argumento técnico aceptable para oponerse a su prescripción o dispensación.

Los pacientes confían en sus profesionales sanitarios a quienes además en muchos casos les pagan el salario a través de los impuestos.

Estamos a la vez asistiendo a la entrada en el mercado español de una serie de multinacionales de medicamentos genéricos, entre las que se encuentra la compañía a la que represento, Ranbaxy, que han decidido aplicar a España toda la experiencia acumulada en otros mercados internacionales para consolidar el mercado de los medicamentos genéricos. En nuestro caso, la presencia internacional engloba mercados tan exigentes como los de Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido y Japón, entre otros muchos -más de 100-, donde hace muchos años que comercializamos medicamentos genéricos.

A nosotros particularmente todos estos síntomas nos hacen pensar que la explosión real del mercado de genéricos está muy próxima, y que esta explosión se producirá con o sin el beneplácito de las multinacionales farmacéuticas tradicionales, y con o sin el apoyo en forma de apuesta decidida de la Administración. Creemos que quedaron atrás ya los tiempos del victimismo y de exigir a la Administración que se ocupe de hacer nuestro trabajo. El éxito de este mercado depende en su mayor parte de nuestra capacidad de seducción hacia los principales agentes, pacientes, médicos, farmacéuticos, Administración y sociedad en general. Es cierto que el sector farmacéutico cumple una función social indiscutible y debe ser regulado y controlado por nuestra Administración. No es menos cierto sin embargo, que los resultados obtenidos por el sector de los medicamentos genéricos hasta la fecha lo han sido a pesar de nuestra Administración y de sus normas orientadas al corto plazo en lugar de al largo plazo.

No será la Administración quien resolverá los problemas del sector, sino la iniciativa y la imaginación de las compañías y las personas implicadas. La Administración debe, a la vez, lidiar con otros toros y buscar un equilibrio, el cual no siempre favorece el desarrollo integral del mercado de genéricos. Sin eximirles de sus responsabilidades no quisiera yo estar en la piel de la Administración.

Debemos ser exigentes y plantear claramente nuestras necesidades como compañías implicadas en el sector, creadoras de riqueza y puestos de trabajo, y para eso se ha mostrado extremadamente útil nuestra asociación (Aeseg) a la que desde aquí animo a seguir trabajando.

Pensamos que no hay vuelta atrás, y que los genéricos son y seguirán siendo una herramienta fundamental para garantizar la sostenibilidad de un sistema de salud universal, y por tanto privilegiado, como el español. Sin una fuerte participación de los genéricos el sistema tal como lo conocemos está en peligro, y habrá que recurrir a fórmulas impopulares como el aumento del copago en los medicamentos o en los servicios hospitalarios, o a la reducción de servicios. Como no puede ser de otra forma, estamos acostumbrados a no pagar por visita médica, a acudir a nuestros hospitales sin coste alguno, a pagar una aportación reducida por las medicinas que nos prescriben, a que nuestros mayores no deban contribuir en el costo de esas medicinas. Queremos a la vez tener una aún mejor asistencia médica y reducir los tiempos de espera para una visita o para una intervención quirúrgica.

Todo eso no es posible sin optimizar los recursos económicos que se destinan al gasto sanitario, y sin duda una parte importante viene de la mano de los medicamentos genéricos. Eso es responsabilidad de todos los que participamos y disfrutamos del sistema de salud. ¿Alguien duda de las bondades de los genéricos?

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