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Mercados

Jim Cramer, el telepredicador de Wall Street

Histriónico, hiperactivo y obsesivo son palabras que sólo sirven para empezar a definir a Jim Cramer. Abogado de formación, apasionado del periodismo y 'adicto a Wall Street', Cramer ha revitalizado y popularizado la franja de la tarde en la cadena financiera CNBC con su programa Mad Money. Dinero Loco. Para este ex broker de Goldman Sachs y ex gestor de hedge funds no podía ser de otra manera.

Con la camisa arremangada pero con corbata y un fondo de música heavy, Cramer se desgañita repartiendo, o mejor dicho, disparando consejos sobre inversión con la euforia y entusiasmo de un telepredicador convencido de una única verdad. ¿Cuál es la de Cramer? Que todo el mundo puede ganar dinero en Bolsa y él va a ayudar a quien quiera probarlo. A semejante credo, su creciente y entregada audiencia en EE UU le responde con un estruendoso grito: Boooyah!

Seguirle durante la hora de emisión puede ser agotador. Nunca se sienta. Cramer se mueve por el plató que recrea un estudio de radio con pantallas de Bloomberg y una mesa de sonidos enlatados con los que enfatizar sus recomendaciones: del Aleluya de Haendel al rugir del toro. Sólo ocasionalmente utiliza la silla, para expresarse lanzándola al aire.

Su programa empieza con una disertación sobre el tema que elija, bien sea Alan Greenspan -no es un fan- bien las oportunidades en el Sur ('Loco por Latinoamérica', se confiesa). 'æpermil;l es el que decide el programa basándose en la evolución diaria de los mercados y las historias que quiera contar', explica la portavoz de la CNBC. 'El show está centrado alrededor de sus opiniones', algo que la cadena quiere dejar muy claro para limitar sus responsabilidades.

Después, en un lenguaje directo, habla de acciones y responde a llamadas de la audiencia, que muchas veces se dirige a él en su mismo tono histriónico, algo que recibe, aparentemente, encantado. Hay empatía en la parroquia. Compañías grandes, pequeñas, semidesconocidas... todas merecen una opinión para el infatigable Cramer. ¿Ford? 'Te voy a mandar a la casa del dolor... vender, vender y vender de nuevo'. ¿SonoSite? 'Yo lo bendigo'. ¿Great Plains Energy? '20% abajo antes de un 50% hacia arriba'.

En EE UU el terreno está abonado. El 50,3% de los hogares invierte en Bolsa, sobre todo a través de fondos de pensiones. En la CNBC no contestan a la pregunta de si esta fórmula es o no exportable. A ellos les va bien. Con 384.000 espectadores, la audiencia de la franja de las seis de la tarde ha subido un 86%.

En algunas de las autopromociones del show, Cramer aparece con camisa de fuerza y en una habitación acolchada, pero lejos de asustar a sus seguidores éstos tienen motivos para estar encantados con sus recomendaciones. Según un reciente cálculo de la revista BusinessWeek, desde que empezó la emisión en marzo la cartera de valores favoritos de Cramer se ha revalorizado más que el Dow Jones y el S&P 500. Aunque no siempre da en el clavo y también ha recomendado títulos con mal resultado.

Cramer ya no juega en Bolsa para él mismo, y sus inversiones se hacen para un fondo de caridad. Su fortuna, calculada entre 50 y 100 millones de dólares, le da para vivir todo lo cómodamente que su hiperactividad le permite. Además de Mad Money, este peculiar periodista inversor que se levanta a las 3:45 de la mañana, escribe una columna mensual para la revista New York, tiene otro programa diario de radio y escribe, diariamente, para TheStreet.com una página para inversores que tiene un mínimo de 40 millones de visitas mensuales. No se para aquí. Cramer abre su e mail a quienes tengan dudas. La parroquia crece porque él escucha.

Las 25 reglas y los 10 mandamientos del inversor

Confesiones de un adicto a Wall Street es una autobiografía de Jim Cramer en la que describe su obsesión por los cuadros de Bolsa del periódico desde que era pequeño y cómo imaginaba carteras de inversión que, dice, le hubieran hecho rico en la preadolescencia. Su imaginación no le cubrió de oro y su pasión, el periodismo, le convirtió literalmente en un sin techo durante casi un año hasta que la Bolsa le rescató.Cuenta Cramer que mientras hacía prácticas de abogado (estudió la carrera con su amigo el fiscal general de Nueva York, Eliot Spitzer) dejaba en su contestador mensajes en los que además de decir que no estaba sugería compras de títulos a quienes le llamaran. Uno de los que hizo dinero con su olfato fue Martin Peretz, editor de The New Republic, quien cofundó con él TheStreet.com después de seguir sus recomendaciones del contestador. Su biografía, llena de subidas y bajadas, le ha convertido en uno de los protagonistas del sueño americano y le han dado el peso suficiente para hacer una suerte de catecismo del inversor con 25 reglas y 10 mandamientos.Algunas de sus reglas: 'Es bueno pagar impuestos'. 'No comprar todo a la vez'. 'Diversifica para controlar el riesgo'. 'Compra títulos perjudicados pero no de compañías que lo estén' . 'No al pánico'. 'Espera correciones'. 'Conoce el mercado de los bonos'. 'No tengas esperanzas (eso es una emoción)' .'Sé crítico con la televisión' (y con él también). 'Siempre hay algo bueno en el mercado'.

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