Seguridad laboral en vías de desarrollo
Los accidentes laborales graves tienen la triste virtud de recordar cada poco tiempo que la siniestralidad laboral es un penoso problema sin resolver en España. Acaba de ocurrir con la muerte de seis trabajadores, el lunes en Granada, al desplomarse parte de un viaducto en una obra del Ministerio de Fomento. Cada año hay en España 900.000 accidentes de trabajo, con un millar de muertes. Esta terrorífica media de tres muertos al día requiere una solución urgente. Y no vale escudarse en que los datos anuales mejoran, porque las últimas estadísticas han vuelto a empeorar la situación: entre enero y agosto fallecieron 684 trabajadores en 604.450 accidentes laborales, un 12,5% y un 6,5% más en cada caso.
No hace falta recordar que la siniestralidad laboral supera ampliamente la media europea, y que se ceba principalmente en el pujante sector de la construcción. Pero conviene hacer dos consideraciones al respecto. Por un lado, la coincidencia general en que la normativa española sobre riesgos laborales es de las más avanzadas lleva a pensar que lo que urge es que se aplique. En cuanto a la construcción, es innegable que implica riesgos mayores que otras actividades, pero convendría explicar que la fuente de todos los males no está en la subcontratación. Frente al anquilosado concepto de que todos los empleados deben pertenecer a la empresa principal, está el control estricto de que las empresas subcontratadas cumplan con sus obligaciones también en seguridad. La especialidad, la proximidad o el empleo local que aportan estas empresas son irremplazables.
Es hora de afrontar que existe un problema de actitud de las empresas y de los trabajadores ante la cultura de la prevención, además de un plan de actuación del Gobierno que todavía está pendiente. Porque por mucho que crezca una economía y mucho empleo que cree, si figura a la cabeza en siniestralidad laboral seguirá en vías de desarrollo.