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Columna
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Las ayudas agrícolas

EE UU y la UE han anunciado su disposición a disminuir de un modo sustancial, hasta el 60% y 70% respectivamente, sus 'ayudas agrícolas' en el marco de las negociaciones de la OMC. Imagino el sobresalto de los agricultores al conocer esta decisión, después de varios meses rellenando papeles y solicitudes para acogerse a un nuevo sistema de ayudas que se pondrá en marcha en España a partir del próximo 1 de enero.

En realidad, este recorte de ayudas forma parte, una vez más, de la ceremonia de la confusión que suele practicarse en las grandes negociaciones internacionales, con ánimo de difundir una imagen mediática que nada responde a la realidad de las cosas. En la actualidad, clarificar el concepto de ayudas agrícolas es una tarea pedagógica complicada.

En síntesis, puede decirse que la UE tiene hoy día cinco tipos de ayudas agrarias directas, además de aquellas otras destinadas a los programas de desarrollo rural, a las que hoy no voy a referirme. La reciente reforma de la Política Agraria Común (PAC) de 2003-2004 ha establecido dos tipos de ayudas denominadas 'pagos únicos por explotación', dentro de un sistema que permite a cada país conceder dichas ayudas a los agricultores en base a dos regímenes totalmente distintos. Estas son las denominadas ayudas 'desacopladas' de la producción.

Los anuncios de EE UU y la UE sobre recortes de subvenciones a los agricultores forman parte de la ceremonia de confusión en las grandes negociaciones internacionales

Por el primero de estos sistemas, un país puede establecer las cantidades a pagar basándose en las ayudas percibidas por cada agricultor en el periodo 2000-2002, o bien extender el nuevo derecho a todos los agricultores según la superficie de su explotación, independientemente de la existencia de una referencia histórica anterior. En ambos casos, no se exige ningún tipo de actividad agraria concreta, aunque sí el cumplimiento de determinadas condiciones de carácter medioambiental, buenas prácticas agrarias, salubridad de los alimentos y bienestar animal.

Existe un tercer sistema con ayudas 'parcialmente desacopladas' de la producción, el que se aplicará en España y en Francia, basado en mantener la exigencia de actividad económica concreta para percibir una parte de las ayudas que correspondan a cada agricultor, en base a su referencia histórica del periodo 2000-2002. El grado de desacoplamiento parcial es variable según las actividades agrarias, desde el 0% en la ganadería vacuna de cría, hasta el 100% en la de cebo, pasando por el 95% en olivar, el 75% en cereales, el 50% en ovino… Como puede observarse un sistema sencillo y fácil de comprender por todos.

Digamos en este punto que ninguna de estas ayudas se verá afectada en absoluto por el compromiso de disminución de ayudas ahora anunciado. Se considera que son ayudas que no distorsionan los mercados, al no exigir actividad productiva.

¿Cuáles son entonces esas ayudas agrícolas que van a recortarse en un 70% en los próximos años? Pues bien, se trata del cuarto tipo, un conjunto residual de intervenciones en los mercados (precios de garantía) y ayudas proporcionales a la producción obtenida, que prácticamente están en vías de desaparición. Aun existe un quinto tipo de ayudas, las 'restituciones a la exportación', que permiten vender los excedentes agrarios en el mercado internacional, cubriendo la diferencia de precios entre el mercado europeo y el mundial. Estas restituciones serán también objeto de un fuerte recorte en las negociaciones de la OMC, previsiblemente hasta del 100% en un plazo de años aun indeterminado.

Es por tanto verosímil que, tras la reforma de la PAC, el nuevo sistema comunitario de ayudas agrícolas sea legitimado internacionalmente. Pero ahora las dudas se presentan en la legitimidad interna, es decir, si la sociedad europea será capaz de entender y justificar su necesidad.

Parece evidente que en su regulación actual estas ayudas resultan confusas y en gran medida contradictorias. Ello se debe a que proceden de un sistema anterior que fue concebido como 'pagos compensatorios a una disminución de precios de intervención', lo cual provoca una injustificable distribución nacional, regional, sectorial y personal que en nada se ajusta a los pretendidos objetivos de conservación del paisaje, del medio natural o de la salubridad de los alimentos. El nuevo sistema de ayudas agrícolas tendrá que adaptarse mucho y muy rápidamente para que la sociedad lo perciba como algo distinto a lo que hoy parece: un sistema transitorio de jubilación anticipada condenado a desaparecer.

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