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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fragilidad en el mapa del ahorro

Está empíricamente comprobado que elevadas tasas de ahorro van acompañadas de mayor crecimiento y desarrollo. Pero un consumo disparado, como el que sustenta el crecimiento en España, es la antítesis de la hucha llena. Por eso resulta más preocupante el mapa que presenta el ahorro en España. Tras una caída del 46,5% en la última década, la tasa de ahorro de las familias ha bajado a su mínimo histórico. Lo peor no es que este año haya caído a un exiguo 8,5% del PIB, sino que la tendencia continúa a la baja, con una previsión del 7,3% para 2006, según la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).

Este inquietante escenario ha llevado a que los hogares tengan ya una importante necesidad de financiación (el 2% del PIB). El ahorro familiar no es siquiera suficiente para amortizar los créditos, lo que da origen a la peligrosa dinámica de que una parte de los pagos mensuales se deba afrontar con nuevos préstamos, algo que incrementa la deuda total y hace insostenible el actual ritmo de endeudamiento familiar.

Los bajos tipos de interés, el efecto riqueza por las subidas de precios de los activos financieros y reales -sobre todo la vivienda-, el envejecimiento de la población -los mayores ahorran menos-, las perspectivas de rebajas fiscales... Sobran razones para explicar este proceso, que coloca a los hogares en un peligroso plano de vulnerabilidad. Y los riesgos son tan notables como crecientes: un más que probable aumento de los tipos de interés -el mensaje ayer del BCE fue claro en este sentido- y una -menos probable- brusca corrección a la baja del precio de la vivienda traerían muchos problemas a muchas familias.

El resultado de este intranquilizante panorama es una fragilidad acentuada de las economías familiares: su deuda media es de 50.000 euros. Para compensar este desequilibrio, Funcas subraya como ineludible el aumento del ahorro público. No parece mala receta si lo que se quiere es frenar el excesivo crecimiento del consumo interno, suavizar las tensiones de precios y reducir la alta dependencia de la financiación exterior.

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