Cuando esperar el momento adecuado compensa
Hace justo un año, O2 terminó su sesión en el mercado a 105,88 peniques. Con la misma prima que da ahora, a la oferta de Telefónica le bastaría con pagar 129 peniques por acción para ser igual de generosa que está siendo en estos momentos. Doce meses después, propone 200 peniques para convencer a los socios. Y, sin embargo, César Alierta, el presidente de la empresa que quiere protagonizar la mayor adquisición de una firma española en el extranjero, considera que éste es el momento adecuado para lanzar la operación y que el precio ofrecido se ajusta los activos que se quieren comprar.
Y es que la burbuja tecnológica y su posterior pinchazo ha dejado secuelas en el sentimiento del mercado que se han tardado en superar. El recuerdo de operaciones y compras millonarias es un pesado fardo, pero el escenario ha empezado a cambiar. Ayer Telefónica cayó poco más de un 2%; hace un año el desplome hubiera sido infinitamente superior. Y eso en el caso de que la operación hubiera salido adelante. La operadora española ha podido hacer su propuesta porque tres bancos han confiado en ella y le han adelantado el dinero; hace doces meses la situación no hubiera sido tan fácil. KPN fue un intento de hacerse con activo que combina móvil y fijo, pero también una puesta en escena. El mercado y los inversores dieron el visto bueno, y a partir de ahí las puertas estaban abiertas.
Telefónica ha venido cotizando y descontando una gran compra en Europa. Eso ha penalizado a sus acciones, pero también las ha preparado para llegar hasta donde están ahora. Hace pocas fechas, un informe de Caja Madrid Bolsa estudió una por una las posibles compras de Telefónica en Europa. Siete creaban valor -TeliaSonera, Portugal Telecom, OTE, Eircom y Bouygues, KPN y Belgacom-, dos eran demasiado grandes, aunque aportaban sinergias -Telecom Italia y BT- y sólo una destruía valor. Esa única empresa era O2. Ayer Telefónica anunció su compra con una prima del 22% y pocos analistas pusieron en duda las sinergias anunciadas por Alierta.
No hay duda de que el presidente de Telefónica ha esperado el momento de mercado que creía correcto, pero a partir de ahí ha elegido la compra más grande de las posibles, con pocos miramientos al qué dirán. Ya lo hizo con Cesky, pero ahora la apuesta es de mucha mayor envergadura.
Queda por ver cómo se resuelve la gestión compartida. O2 tendrá sus propios gestores como filial independiente. Los méritos de David Arculus y de Peter Erskine son indiscutibles, pero el pasado más reciente de Alierta habla de un control férreo y directo de sus participadas. Lo sucedido con los fundadores de Endemol y Lycos es la mejor prueba de ello.