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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

España fabrica menos coches

España pierde puestos en la clasificación mundial de fabricantes de automóviles. China ha desbancado a España en el sexto puesto, algo que no sorprende dado el empuje económico del país más poblado de la tierra, donde se han instalado todos los grandes fabricantes occidentales. En principio, China no compite con España en adjudicarse modelos. Su industria automovilística crece porque lo hace su demanda interna a un ritmo explosivo. Pero ahora los fabricantes chinos empiezan a iniciarse en la exportación, lo que sí significaría la llegada de un durísimo competidor a mercados como el europeo. Antes que China fue Corea del Sur la que adelantó a España y ahora es el quinto país productor, muy competitivo en todos los mercados. Junto con Japón, que es líder mundial en montaje de turismos y todoterrenos, hay tres países asiáticos entre los seis mayores del mundo.

No debe preocupar en España la explosión del mercado chino, pero sí preocupa mucho el descenso en picado de la producción automovilística nacional, del 8% en lo que va de año. España ha perdido atractivo en los centros de poder de las multinacionales tras la ampliación de la Unión Europea, lo que debe llevar a la reflexión. Nuevos miembros de la UE como Polonia, Chequia o Eslovaquia, y futuros socios como Rumanía, han resultado ser muy eficaces productores, con bajos costes, buena formación, cercanía al centro de Europa y un mercado interior en auge. Son el destino obvio de cualquier nueva inversión. Pero los grandes fabricantes, franceses y alemanes, no reducen producción en sus propios países, sino en terceros como España. La especialización de la industria española en coches pequeños -menos demandados en Europa occidental que, ahora, en la oriental- pasa factura.

España se enfrenta al reto de salvar una industria que fue clave para su desarrollo. Las plantas españolas aún son bastante eficientes, pero las empresas exigen más flexibilidad laboral y menores salarios para mantener la producción. Harán falta sacrificios que, lamentablemente, no garantizan el futuro.

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