Reformar para seguir creciendo
Los empresarios consultados por el Barómetro Empresarial Cinco Días-Metroscopia hacen una valoración positiva de la situación económica, pero divisan un horizonte menos diáfano que en el pasado. Sus respuestas revelan que el estado de ánimo, y la confianza en la situación económica general y de sus empresas en particular, siguen siendo positivas, pero en el punto menos optimista de los dos años que dura ya su aportación al análisis de la situación de los negocios. Trasmiten, en definitiva, una señal de agotamiento de un modelo de funcionamiento que ha dado muy buenos resultados, pero que debe ser corregido para que pueda perdurar.
Además, por vez primera en la serie del Barómetro Empresarial, que arrancó en octubre de 2003, empiezan a aparecer divergencias notables de opinión entre diversos sectores económicos, con una aceleración del optimismo en la construcción y los servicios, y una señal clara de agotamiento y temor al futuro por parte de la industria manufacturera y el comercio. Esta divergencia sobre las expectativas demuestra claramente que el modelo de crecimiento sigue siendo perfectamente válido para unas actividades (aquellas más dependientes de una robusta demanda interna) y revisable para otras (las que ceban su cuenta de resultados de la delicada demanda externa).
Este ligero viraje en las opiniones va acompañado de una demanda generalizada de reformas en la economía española que apuntale el crecimiento de la producción, de la competitividad y del empleo en los próximos años. Lógicamente, los empresarios saben que hay que cambiar el modelo de crecimiento económico, pero no desconocen, tal como dijo recientemente Solbes públicamente, que el modelo de crecimiento no se cambia ni en unas semanas ni en unos meses, sino que cuesta varios años. Por el momento reclaman una serie de cambios que afectan más a los costes inmediatos del sistema productivo (mano de obra e impuestos, reforma laboral y fiscalidad empresarial) que al rediseño integral de un modelo de crecimiento.
En las miras empresariales está exigir al Ejecutivo y colaborar con él en la búsqueda de una forma más sólida de competir (más del 60% del PIB se comercia con el exterior), sin que para ello se considere necesario ningún tipo de ajuste previo de la dimensión del aparato productivo. El largo plazo y el giro estructural debe ser la condición básica de los proyectos.
La educación, desde la primaria a la universitaria, debe ser sometida a mayores criterios de exigencia y esfuerzo para recuperar posiciones en el contexto externo medido por la OCDE. Ya no se forman ciudadanos y trabajadores para países y mercados cerrados, sino para un mapa sin fronteras y un sistema productivo globalizado. La tecnología, la internacionalización empresarial y la innovación deben ser la prioridad primera de la gestión económica, desde la empresa hasta la universidad, con implicación plena del Ejecutivo y toda la sociedad.
La euforia mostrada por los empresarios del sector servicios en el Barómetro no puede ocultar el pesimismo de los que negocian con las actividades manufactureras, las que cada día disputan cada céntimo de margen en un mercado exterior cada vez más exigente.