El Nobel de Física, a EE UU y Alemania
Dos estadounidenses -Roy Glauber y John Hall- y un alemán -Theodor Haensch- son los ganadores del premio Nobel de Física de este año, según anunció ayer la Real Academia de Ciencias de Suecia. Los tres científicos han sido galardonados por su trabajo en el campo de la óptica, que ha permitido tomar medidas extremadamente precisas del tiempo y la distancia y que podrá ser aplicado en el futuro a las telecomunicaciones o los viajes espaciales. La investigación del trío ganador permite explicar, por ejemplo, cómo la luz de una vela difiere de los rayos láser de un reproductor de discos compactos, o cómo la luz puede medir el tiempo de modo más preciso que un reloj atómico. 'Desde que el hombre puebla la Tierra, se ha fascinado por los fenómenos ópticos y la gradual revelación de la naturaleza de la luz', apunta la academia sueca en su explicación de los premios.
Roy Glauber, de 80 años, nacido en Nueva York y profesor de Física en la Universidad de Harvard, en Cambridge (EE UU), ha sido galardonado con la mitad del premio. Considerado como una figura científica de primer orden, entre sus logros destaca el haber establecido en 1963 las bases de la óptica cuántica y haber explicado las diferencias fundamentales entre fuentes, frecuencias y fases de luz. Otro de sus méritos es la teoría cuántica del campo láser, que desarrolló en cuanto el láser fue inventado.
La otra mitad del galardón ha sido repartida entre el estadounidense Hall y el alemán Haensch. Ambos científicos han trabajado en el desarrollo de técnicas de espectroscopia, fundamentadas en los rayos láser, que han permitido determinar el color de la luz de átomos y moléculas con extrema precisión y cuyas aplicaciones alcanzan el ámbito de las telecomunicaciones.
John Hall, de 71 años y nacido en Denver, es catedrático en el National Institute of Standards and Technology de la Universidad de Colorado (EE UU). Por su parte, Theodor Haensch, de 63 años y nacido en Heidelberg, es director del Instituto Max-Planck de âptica Cuántica de Garching y catedrático de Física en la Universidad Ludwig-Maximilian de Múnich. 'Recibí la llamada de Estocolmo en mi oficina de Múnich. Fuera hay gente esperándome con champán, pero no tengo tiempo para festejarlo, porque tengo que coger un avión hacia Nueva York', explicaba ayer el físico alemán nada más conocer la noticia.