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Tribuna
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Sin miedo a volar

El verano de 2005 ha sido trágico para la aviación comercial. En poco más de un mes se han sucedido ocho accidentes aéreos con un número elevado de víctimas. El hecho ha conmocionado al sector y a la opinión pública, y se ha abierto un debate sobre el estado de la seguridad aérea. Algunos países de la UE (Reino Unido, Francia, Bélgica) y Suiza han divulgado listas negras de compañías y países que no cumplen con los estándares de seguridad. En estas listas no hay aerolíneas españolas.

En nuestro país el Ministerio de Fomento aguarda la decisión de la UE para anunciar una lista de compañías vetadas, y asegura que reforzará las inspecciones y los efectivos encargados de velar por la seguridad aérea. Gremios del sector, por su parte, han descalificado públicamente a la Administración y a las aerolíneas españolas, prejuzgando accidentes de muy distinta naturaleza cuyas causas están siendo aún investigadas. Desde intereses corporativos, han equiparado reducción de costes a inseguridad y denostado las labores de mantenimiento. Sus declaraciones han sembrado dudas sobre el quehacer de buena parte de los profesionales del sector.

En Aceta pensamos que el debate ha estado falto de sosiego e información. Nos preocupa que la seguridad operacional y el esfuerzo al respecto de las aerolíneas españolas queden en entredicho; que se obvien datos como la importantísima renovación de la flota llevada a cabo, decisión de competencia exclusiva de las aerolíneas, que implica una inversión de miles de millones de euros. Así, la edad media de la flota de las compañías miembros de Aceta, unas 300 aeronaves, es inferior a ocho años. Cuando se habla de seguridad no es éste un dato baladí. Como tampoco lo es el elevado nivel de entrenamiento del personal relacionado con la operación aérea, los rigurosos programas de mantenimiento de aeronaves y las continuas auditorías. Medidas que van más allá de lo exigido por las normas en vigor.

Pese a la reciente cadena de siniestros, no existe ningún otro medio de transporte que ofrezca ratios de seguridad comparables: una víctima mortal por cada cinco millones de pasajeros transportados.

El desarrollo creciente del transporte aéreo obliga al establecimiento de marcos reguladores comunes adecuados a las nuevas necesidades, la aviación ha dejado de ser un transporte de élite para convertirse en un medio de masas. En 2004, más de 1.800 millones de pasajeros han volado en avión. Y esta cifra, según la IATA, aumentará el 6% anual.

Las normas por sí solas no bastan para prevenir los accidentes. Las reglas deben observarse, y las autoridades aeronáuticas velar por su cumplimiento, y arbitrar un flujo de información a escala internacional entre los agentes de la industria del transporte aéreo.

La rápida publicación de listas negras es un gesto político. La medida estaba aprobada desde el mes de abril por el Consejo de Ministros de Transportes de la UE. La IATA considera que no repercutirá en la seguridad, y propone la realización de auditorías operacionales. Las listas negras garantizan los derechos de los pasajeros a conocer la identidad de las compañías operadoras, pero no pueden sustituir la aplicación de controles frecuentes y estrictos de la autoridad aeronáutica.

En nuestro país el transporte aéreo ha experimentado una transformación radical en los últimos años. No ha ocurrido lo mismo con la normativa aplicable en el sector. La Administración española tampoco ha evolucionado en paralelo a los cambios operados. Son necesarios más recursos para que los procedimientos sean más ágiles, transparentes, y permitan dar respuestas eficaces y eficientes.

En esta polémica las operadoras de bajo coste (OBC) han quedado seriamente dañadas. Torticeramente se ha identificado vuelos baratos con inseguridad, como si las normas de aviación civil fueran diferentes según el precio del billete. El comportamiento de estas operadoras no es homogéneo. La reducción de costes de explotación de algunas de estas aerolíneas viene determinada por una estructura empresarial ligera, nulos gastos comerciales, actuación a demanda y desde aeropuertos regionales, sin olvidar las ayudas recibidas vía Administración local y autonómica. Otras OBC, por el contrario, recurren a planteamientos límite en sus relacionas laborales y actuaciones comerciales para reducir costes. Pero no es a Aceta quien corresponde hacer esta distinción, sino en todo caso a las Administraciones competentes.

Finalizo reafirmando que el avión continúa siendo el medio de transporte más seguro, y que el sistema de aviación mundial es igualmente seguro. Millones de personas a diario así lo reconocen. La seguridad de sus pasajeros es el activo más importante de las compañías aéreas. Miles de profesionales en todo el mundo dedican sus esfuerzos a garantizarla.

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