Sólo una tregua vinícola

La UE y EE UU firmaron ayer una paz temporal en una larga batalla de 20 años sobre el empleo al otro lado del Atlántico de las denominaciones de origen de vinos europeos. El acuerdo, que requiere el aval de los ministros de Agricultura de la UE para entrar en vigor, sólo resuelve a medias la exigencia europea del reconocimiento de esas denominaciones como propiedad exclusiva de las regiones donde surgieron. EE UU ha aceptado promover un cambio legislativo, que puede tardar años, para prohibir en el futuro el uso de esos nombres a las bodegas nuevas. Pero las que hace años explotan impunemente señas de identidad y calidad como Jerez, Málaga o Champagne podrán seguir compitiendo con las zonas de origen, aunque sus cepas estén plantadas en California.

Las partes han demostrado que las guerras comerciales pueden resolverse negociando. Pero Bruselas debe mantener la presión para que EE UU reconozca un marchamo que avala la calidad del sector vitivinícola europeo. Porque con el empuje de los nuevo vinos (Australia, Sudáfrica, Chile, Argentina o EE UU) ni siquiera Rioja o Burdeos tienen garantizado el mercado.