La quiebra planea sobre el sector aéreo de EE UU
Estados Unidos se prepara para una nueva ronda de suspensiones de pagos en el sector aéreo. La carestía del petróleo, acrecentada por las secuelas del huracán Katrina, y la fuerte competencia de las aerolíneas de bajo coste están dando al traste con alguna de las principales compañías del sector.
Dos de las mayores aerolíneas estadounidenses, Delta y Northwest están a punto de declararse en quiebra. Esto significaría que cuatro de las siete principales aerolíneas estadounidenses estarían operando bajo protección judicial. Las otras dos que ya están acogidas al capítulo 11 de la normativa americana son United y US Airways. Además, en el horizonte planea también la suspensión de pagos de varias compañías de menor tamaño. Tal y como afirma Standard & Poor's, 'la mitad de los asientos disponibles en Estados Unidos estarán operados por empresas en bancarrota'.
La protección judicial tiene escaso impacto inicialmente en las líneas, vuelos y programas de fidelización, que se mantienen intactos, señalan analistas consultados por Reuters. Pero los consumidores pueden eventualmente ver reducidos sus servicios a algunas ciudades, en tanto en cuanto las compañías concentran sus esfuerzos en los destinos más rentables.
Las líneas de bajo coste ya transportan a un tercio de los pasajeros que vuelan dentro de EE UU
Y si la experiencia de las otras compañías en quiebra puede servir de guía, los trabajadores de Northwest y Delta deben prepararse para una oleada de recortes de empleo, reducciones en salarios y complementos y el posible fin de los planes de pensiones.
Las dos compañías han estado resistiéndose a solicitar la quiebra, pero la falta de acuerdo en Northwest con los trabajadores y el repunte de los precios del petróleo están precipitando la decisión. Esta compañía negocia desde hace semanas un pacto laboral que permita recortar 1.400 millones de dólares los gastos. En Delta, la presentación del expediente es inminente desde hace dos semanas. De hecho los analistas esperaban que se declarara en quiebra ayer mismo, aunque al cierre de esta edición aún no lo había hecho
Acogerse al capítulo 11 de la Ley de quiebras estadounidense permite a las compañías seguir adelante con sus operaciones, renegociar deuda con los acreedores y aplazar pagos hasta que haya ciertos acuerdos. Los acreedores, por su parte no pueden exigir cobros.
Pero para estas compañías, la quiebra no elimina el brete en que las ha colocado el éxito de las compañías de bajo coste como Southwest o JetBlue, que ya transportan a un tercio de los pasajeros que vuelan en Estados Unidos. Estas compañías pueden ofrecer billetes más baratos porque sus costes son menores que los de las aerolíneas tradicionales. Emplean a menos trabajadores por avión y utilizan menos tiempo en realizar sus operaciones aeroportuarias, lo que reduce también sus costes y les permite ofrecer más vuelos que sus competidores.
Los expertos consideran que el problema de las grandes compañías es estructural, y entienden que las subidas del petróleo no han hecho mella en el avance de las nuevas aerolíneas.
Las compañías están pagando actualmente un 50% más que en 2004 por el gasóleo de los aviones, pero la quiebra no les va a proteger de esos incrementos, que ahora parecen moderarse.
Los trabajadores son los que más tienen que perder en esta crisis. United, que hizo historia eliminando su plan de pensiones, ha realizado ya dos rondas de recortes de empleo desde que está en suspensión de pagos y 25.000 empleos han sido eliminados.
US Airways, que tenía 46.500 trabajadores antes de septiembre de 2001, cuando se produjo el ataque contra las Torres Gemelas y se inició el declive en el turismos, cuenta ahora escasamente con 22.000 empleados. Ha habido tres oleadas de despidos en sus dos quiebras.
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), anunció el martes una revisión de las previsiones de pérdidas de la industria para este ejercicio a raíz de la escalada de precios del petróleo. La organización internacional cifra en 7.400 millones de dólares los números rojos que alcanzará el conjunto del sector este año. La estimación tiene en cuenta un precio medio de 57 dólares el barril de Brent. En mayo, la IATA había cifrado la previsión de pérdidas en 6.000 millones de dólares, con un precio del crudo de 47 dólares el barril.
'El petróleo es, una y otra vez, el causante de la pérdida de rentabilidad de las compañías. Cada dólar de subida en el precio de gasóleo supone mil millones de dólares en gastos para la industria. La reducción de costes nunca ha sido más importante para el sector que en estos momentos', señala Gioanni Bisignani, director general y consejero delegado de la IATA.
'A pesar de haber añadido 10.000 millones de dólares a los costes, el impacto en la última línea de la cuenta de resultados se ha limitado a 1.400 millones. La batalla por reducir costes, el incremento de los márgenes y la mejora en la eficiencia ha ido más allá de lo previsto, y eso es una garantía de futuro para el sector', añadió Bisignani.