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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La hora de la Bolsa europea

Ha llegado la hora de la Bolsa europea. Después de un año 2004 en el que el mercado español se revalorizó un 17,4% más que los otros del continente, los índices europeos son los que presentan mejores perspectivas para los analistas en lo que queda de año. En general, hay coincidencia en que ha llegado el momento de mirar a Europa para invertir porque la Bolsa europea está barata. Sin embargo, una larga serie de incertidumbres también está presente. El temor a una depreciación del dólar, la escalada del precio del petróleo, las dudas sobre la recuperación de las economías europeas, el proceso electoral en Alemania y, por qué no, la posible toma de beneficios por los inversores pueden dar al traste con estas previsiones.

Gran parte de estas incógnitas se despejarán si el dólar continúa su revalorización frente al euro, lo que daría un impulso a las principales economías europeas y sobre todo a la alemana, fuertemente dependiente de las exportaciones. Una recuperación clara de la principal economía europea quitaría muchas dudas a los inversores. Y la reactivación sería además con escaso riesgo de inflación.

Por sectores, existe coincidencia en las apuestas de los analistas a favor de las compañías grandes y expuestas a los mercados internacionales. Unas características que alejan a la Bolsa española de la lista de las favoritas en los próximos meses.

Otro aspecto que va a jugar favorablemente para los mercados europeos es que las empresas, una vez acometidos reestructuraciones y ajustes industriales y en sus balances, cuentan con liquidez abundante para reemprender el camino del crecimiento y diversificar sus fuentes de ingresos. No sólo por sectores, sino también por áreas geográficas. Un escenario éste que también empuja a favor de las cotizaciones. Sin embargo, y pese al optimismo imperante entre muchos analistas y gestores, no está de más recordar que la cautela es la principal virtud en las decisiones de inversión.

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