Hewlett-Packard sube el 14,6% en Bolsa después de superar previsiones en el trimestre
Hewlett-Packard y Dell parecen haber intercambiado papeles en los últimos meses. En los pasados ejercicios había sido Dell, el mayor fabricante de ordenadores del mundo, el que había complacido a analistas e inversores con su estrategia y resultados. Hewlett-Packard, por su parte, no era más que una fuente de decepciones.
Ayer, sin embargo, la Bolsa premió a HP con un alza del 14,6%, después de que la compañía comunicase un aumento del 9,9% en la facturación en el tercer trimestre del año fiscal, que alcanzó los 20.500 millones de dólares, 16.646 millones de euros. El beneficio, sin embargo, se redujo un 88% hasta 100 millones de dólares (81 millones de euros).
Esta drástica disminución se debió, según explicó la compañía, a los impuestos relacionados con la repatriación de 14.500 millones de dólares (11.780 millones de euros) y por el actual proceso de reestructuración. De no haber sido por los impuestos extraordinarios, asegura la empresa, el beneficio hubiera sido de 1.100 millones de dólares (893 millones de euros), un 46% más. Estas cifras superaron todas las previsiones.
La caída del beneficio, por ello, no molestó al mercado. Más bien al contrario, la mayor parte de analistas e inversores han apreciado un cambio de tendencia tras el reemplazo de Carly Fiorina al frente del gigante informático. Su sustituto, Mark Hurd, ha logrado restituir la confianza, con un alza del 20% en la cotización desde que el directivo asumió el cargo a finales de marzo.
Y lo que parece más importante. HP, por el momento, ha logrado vencer una batalla en la guerra que libra con su gran rival Dell. La compañía que revolucionó la fabricación y venta de ordenadores personales decepcionó a sus inversores la pasada semana. Por primera vez en sus 10 años de historia Dell admitió errores estratégicos este trimestre después de que las ventas en el periodo, de 13.400 millones, no respondieran a las expectativas de los analistas.
'Hemos sido más agresivos de lo que necesitábamos ser', reconoció entonces el presidente Kevin Rollins, que achacó esta desaceleración de las ventas a una política de recorte de precios y a un descenso inesperado de los pedidos de la Administración pública.