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Automóviles

Europa del Este, el 'nuevo Detroit'

Las plantas de Europa oriental han recibido inversiones de 19.300 millones en diez años

Las cifras hablan por sí solas. En Eslovaquia se produce un coche por cada seis habitantes, la mayor producción per cápita de todo el mundo. En la vecina República Checa, la automoción ya aporta el 20% de la producción industrial. Las cadenas instaladas en los dos países producen dos millones de automóviles cada año, frente a los 170.000 registrados a principios de los noventa.

El telón de acero que imperó durante décadas en Europa del Este se ha levantado de par en par. Buena parte de la culpa se debe a la entrada de diez de sus antiguos integrantes en la UE, y, sobre todo, a la llegada de las grandes corporaciones, que han invertido unos 24.000 millones de dólares, 19.300 millones de euros, en la zona desde 1995, según cálculos efectuados por Business Week).

Las marcas tratan de aprovechar el menor coste salariales y su cercanía a los centros de producción. Ejemplos son Toyota, PSA, Hyundai, Volkswagen, GM, Fiat, Honda. Todas ellas cuentan con fábricas en Polonia, República Checa, Turquía, Hungría, Rumanía, Eslovaquia o Eslovenia. En total, el número de plantas supera la treintena y seguirá aumentando, ya que hay planes para más construcciones. Y es que un eslovaco cobra cinco euros la hora y trabaja cuarenta a la semana, frente a los 40 euros de un alemán por cada una de sus 28 horas semanales.

Los fabricantes, así, están operando de la misma forma que durante la década de los setenta y ochenta en España. Y es por esta razón por la que ha sido la Península una de las primeras zonas donde han saltado las alarmas ante este movimiento de la industria hacia el este.

Sobre todo, porque la capacidad que se está instalando en estos países no está concebida para que se venda en la zona, sino para que se exporte a los concesionarios de los desarrollados países occidentales, cuyos mercados crecen a pausadas tasas normalmente inferiores al 3%. Y eso, cuando hay crecimiento. 'Si todos los fabricantes instalados en España han reducido su producción últimamente, y los segmentos de coches que aquí se fabrican se han seguido vendiendo en Europa en los mismos niveles, es que alguien está mejorando su competitividad', declaró recientemente el director general de la patronal de los fabricantes, Anfac, Luis Valero. Y es que España tiene razones para sentir preocupación. A raíz de la entrada del país en la CEE, la mayor parte de los fabricantes europeos dividieron las producciones entre sus distintas plantas, para avanzar en eficiencia.

Las fábricas en España se especializaron en la producción de modelos de gama media-baja y baja, y conservaron los modelos más sofisticados más cerca de sus mercados de origen. Y son, precisamente, los modelos de menor tamaño los que por lo general y salvo excepciones como el de los todoterrenos Touareg y Audi Q7 de Volkswagen (ambos en Bratislava) los que las marcas trasladan a los países del este.

Para contener una hipotética fuga hacia oriente, los directivos de los fabricantes instalados en España miran tanto a sus empleados como al Gobierno para reclamar a los primeros más esfuerzos por mejorar la competitividad y la productividad (es decir, fabricar más por menos). Al Ejecutivo, por su parte, le exigen un marco regulatorio para la inversión en I+D+i y mejoras en la fiscalidad y en infraestructuras, amén de medidas laborales como un contrato temporal de cinco años. Medidas necesarias, según los constructores, que compensen el hecho de que el sueldo bruto anual en España oscile entre los 17.429 euros que se paga en PSA a los 25.800 de Nissan, según datos de CC OO.

Los expertos dicen, eso sí, que este movimiento al este no se detendrá en Eslovaquia. No en vano, los costes laborales de un empleado en este país o en Chequia suben el 10% anual y ya suponen el casi el triple que en Ucrania.

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