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Tribuna
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Aliados naturales

La economía es una ciencia particularmente divertida, habida cuenta de que problemas, en apariencia difíciles de resolver en la realidad, son fácilmente abordables desde el papel. Las dificultades suelen venir al requerir, antes de su instrumentación, del consenso entre las partes implicadas, con diferentes intereses y, a menudo, prejuicios y cautelas.

La demanda mundial de petróleo y gas natural no para de crecer, pero la producción de energía en los principales países productores está estancada. La Unión Europea tiene nuevos competidores, los países asiáticos (encabezados por China e India), para obtener suficiente suministro de ambas materias primas. Se ha fallado estrepitosamente a la hora de pactar una estrategia de suministro de energía sostenible para el largo plazo.

Las previsiones de la Agencia Internacional de Energía (IEA) son que, hasta 2020, el consumo energético en Europa crecerá un 2% al año. Para el mismo periodo, Asia experimentará un crecimiento anual del 6% y pasará a ser el segundo mayor consumidor de energía, por detrás de Estados Unidos a partir de 2013. Ambas regiones son ya grandes importadores de energía para cubrir la mayoría de sus necesidades energéticas. En 2030, la Unión Europea podría ser totalmente dependiente de sus importaciones, y la situación de India es comparable. Incluso China, que históricamente solía ser el principal exportador de petróleo en Asia, desde 1993 ha pasado a ser un importador neto.

Europa ha confiado su política a las multinacionales sin ver que éstas se gestionan según sus propios intereses

En la competencia internacional para obtener petróleo, Rusia dispone de una clara posición ventajosa. Situada geográficamente entre Europa y Asia, dispone de unas enormes reservas de recursos naturales, cuyo alcance real no se conoce ciertamente, a pesar de las muchas estadísticas que se manejan. En 2003, el 25% de las importaciones europeas de gas y petróleo provenían de Rusia, y los expertos internacionales predicen una mayor concentración para el futuro. Sin embargo, los datos oficiales rusos sugieren que la producción de petróleo para este país va a verse incrementada no más de un 2% por año hasta 2020. Si esto fuera cierto, el petróleo ruso sólo cubrirá las necesidades energéticas locales, las cuales se van incrementando un 7% por año.

Mientras las políticas energéticas rusas, chinas e hindúes vienen determinadas, principalmente, por los intereses nacionales, las políticas europeas todavía están muy lejos de ser consistentes. El Viejo Continente ha confiado su política a las grandes multinacionales, sin caer en la cuenta de que éstas se gestionan en función de sus propios intereses, no de los de sus clientes.

Europa no puede seguir sentada, dejando que las cosas sucedan. Estados Unidos, China e India están trabajando duro para asegurarse el suministro ruso. Los países europeos podrían sacar partido de su ventaja geográfica, así como de la existencia de infraestructuras previas: los oleoductos pueden extenderse rápidamente en Rusia. Además de ello, la Unión Europea debería trabajar para incrementar sus importaciones de gas natural de África, Oriente Próximo y Latinoamérica, reduciendo la dependencia energética del Viejo Continente con respecto de la energía rusa.

Europa podría también beneficiarse por abrir sus mercados a una asociación directa con Rusia. Las empresas rusas están buscando desde hace tiempo una alianza con algún socio relevante para poder realizar también distribución, moviéndose en la cadena de valor desde el puro suministro de recursos energéticos.

En la economía global, ningún país será capaz de asegurarse el suministro de energía de forma independiente. La cooperación transfronteriza más allá de las ideologías políticas es totalmente necesaria. Las joint ventures internacionales favorecerán tener más poder de interlocución. Si la Unión Europea coopera más con Rusia, se mejorará sustancialmente su posición energética y se podrá desarrollar su base energética (de petróleo y de gas). El presidente Vladimir Putin ha reiterado en sus intervenciones públicas la voluntad de Rusia de reducir su concentración en las industrias primarias para desarrollar otros procesos industriales de la transformación y comercialización de las materias primas. Para conseguirlo, este país necesita socios. La Unión Europea podría tomar ventaja de ello, no sólo en el sector energético.

La reunión en Nueva Delhi de los ministros de energía asiáticos en enero pasado es un síntoma más de que otros sí tienen una estrategia común y están tomando posiciones en el tablero. Europa, con mejores cartas, no puede perder la partida.

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