Nubarrones sobre el IPC
La desaceleración del IPC en cuatro décimas en mayo, desde el 3,5% al 3,1% en tasa interanual, es un buen dato para la economía que, sin embargo, no debe llevar al Gobierno a la complacencia. En primer lugar, porque, a pesar del menor vigor de los precios, el índice se encuentra muy lejos del objetivo del Ejecutivo (2%) y del propio Banco Central Europeo. En segundo lugar, porque hay elementos que arrojan más sombras que luces para los próximos meses. Uno de ellos es, una vez más, el encarecimiento del petróleo, que parece volver por la senda peligrosa de más de 50 dólares por barril. Y otro, al que hasta ahora no se ha prestado gran atención, pero no menos importante, es el posible efecto sobre los precios de los alimentos de una sequía prolongada en el tiempo, como reconoce ya el propio Ministerio de Medio Ambiente. Mientras tanto, el diferencial de inflación de España con la medida de la Unión Europea se mantiene en torno a un punto, minando progresivamente la competitividad de los productos en el exterior. Es necesario seguir trabajando duro para reducirlo.