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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El forzado giro de las cajas

Las cajas de ahorros españolas son un fenómeno social y empresarial característico en este país. En algo más de una década estas entidades financieras han dado el gran salto. Han superado a los bancos en créditos, en depósitos, en empleados y en número de oficinas. Y hoy representan más de la mitad del sistema financiero español. Lo han hecho, además, con solidez, como demuestra que desde su creación hace más de 300 años no se ha producido una sola crisis en su sector, como suelen argumentar sus defensores.

La apuesta de las cajas por entrar en el capital de las empresas les ha llevado a poseer la principal cartera industrial de España, desplazando a los bancos. Sus plusvalías latentes alcanzaban a abril un total de 10.800 millones de euros. 'La decisión de las cajas de entrar en el tejido industrial español es perfectamente justificable empresarialmente', defiende hoy en estas páginas el presidente de la CECA, Juan Ramón Quintás. Y a los datos se remite. Pero la fórmula de éxito de las cajas españolas sigue encontrando detractores, aunque cada vez sus voces se oyen menos.

Las normativas, tanto nacionales como internacionales, también incitan menos a la estrategia inversora de las cajas. Las nuevas normas contables (NIC), o la futura entrada en vigor de Basilea II, entre otras, han comenzado a tener sus efectos sobre el sector, que ya ha empezado a reorientar esa parte de su negocio hacia otros segmentos. Las mayores necesidades de recursos propios que impondrá Basilea por las inversiones empresariales, o los menores ingresos que generarán estas participadas en las cuentas de resultados -no podrán consolidarse si no se alcanza el 20% del capital de la participada- incitan a un cambio de estrategia. La pregunta ahora es: ¿quién se hará cargo de las participaciones empresariales españolas si las venden las cajas?

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