Gesto conciliador de China
Las autoridades chinas decidieron el viernes incrementar los impuestos a la exportación de sus productos textiles para intentar apaciguar los ánimos de la Unión Europea y Estados Unidos. El gesto se produce tras la decisión de Washington de adoptar medidas de excepción para poner coto a la entrada masiva de pantalones, camisetas y ropa interior fabricados en China. Bruselas ha amenazado con una medida similar para frenar las importaciones de camisetas e hilo de lino.
La concesión de Pekín puede suponer un punto de inflexión en la escalada de la tensión comercial, pero el conflicto aún puede desembocar en una batalla legal ante la Organización Mundial de Comercio. Europa y EE UU consideran el incremento impositivo como un paso en la buena dirección, pero insuficiente. China descarta completar la medida con la imposición de restricciones a la exportación de su industria textil aduciendo que ello 'contravendría los principios básicos de las normas de la OMC'. Y no le falta razón.
Ambos deben esforzarse por resolver de manera amigable la polémica. Europa y EE UU, porque sus productores dispusieron de diez años para adaptarse a la liberalización de las importaciones de textil que entró en vigor el pasado 1 de enero. Además, los principales beneficiados de la presencia de China en la OMC son los países más desarrollados, cuyas exportaciones al gigante asiático incorporan un valor añadido muy superior al de los miles de contenedores llenos de pantalones.
Pekín hace gala de un gran pragmatismo diplomático con un gesto que tiene como objetivo reducir temporalmente la presión sobre los responsables políticos de sus grandes socios comerciales. Pero ésta y otras medidas sólo servirán para ganar algo de tiempo ante una reconversión del textil europeo que resulta ineludible a medio plazo. Se pongan las trabas temporales que se pongan, sólo las empresas que aporten valor añadido podrán sobrevivir.