Más internacionalización
El fenómeno de las deslocalizaciones es, en parte, inevitable. Cuanto antes lo comprendamos y asumamos, antes estaremos en condiciones de enfrentarnos con eficacia a sus consecuencias. Tiene mucho que ver con la fortaleza de nuestra economía y con las mejores condiciones laborales que han alcanzado nuestros trabajadores en comparación con otros países. Es el resultado de una dinámica en la que las empresas, buscando minimizar sus costes, tratan de implantar las fases de producción y montaje de menor valor añadido en los países de menor coste de mano de obra.
La deslocalización, además, es un fenómeno previsible, no es un hecho nuevo. Se trata de un fenómeno conocido y connatural al propio dinamismo inherente a la evolución de la economía. Debemos recordar que nuestro país se benefició hace unas décadas de las deslocalizaciones de empresas que abandonaron otros países para instalarse entre nosotros porque entonces los costes salariales eran menores en España que en aquellos.
El ejemplo de Alemania y Francia, cuyas economías no sólo no se hundieron sino que salieron reforzadas del proceso, nos aconseja evitar dramatismos desde el convencimiento que se trata de una batalla que se puede ganar. Y también desde la convicción de que si España quiere tener una industria potente tendrá también que tener presente el fenómeno.
¿Cuál es la política que aplicamos para luchar contra la deslocalización? Por ejemplo, a corto plazo, estamos defendiendo en instancias internacionales la adopción de medidas que aseguren un equilibrio razonable en el comercio mundial. En este sentido, hemos solicitado a la Comisión Europea la aplicación del procedimiento de urgencia para evacuar consultas con las autoridades de la República Popular de China respecto a los incrementos desmesurados de las importaciones de algunos productos textiles procedentes de aquel país con destino a la UE, para dar más tiempo a nuestra industria textil a apostar por la innovación, la cooperación y la necesaria internacionalización.
A medio y largo plazo, hemos diseñado las políticas que nos permitan enfrentarnos a este problema en los próximos años. En este contexto hay que tener presente que las empresas que se deslocalizan, o deslocalizan parte de su producción, ubican o mantienen las fases de diseño, ingeniería, innovación tecnológica, gestión y comercialización en aquellos países con mejores infraestructuras tecnológicas y personal especializado de calidad. Y ésta es precisamente la oportunidad que debemos aprovechar.
España no puede hoy tratar de competir en el capítulo de los salarios. Ha de valerse de otros factores y entre ellos es imperiosa la necesidad de mejorar nuestra productividad. Innovación, tecnología, diversificación y especialización de nuestros productos y flexibilidad en las relaciones laborales son las herramientas de competitividad que nos permitirán afianzarnos en los mercados internacionales y, consecuentemente, sortear los negativos efectos de las deslocalizaciones.
Innovación y entornos tecnológicos para atraer los procesos productivos de mayor valor añadido de las empresas multinacionales. Nos interesa quedarnos con los segmentos de mayor intensidad de conocimiento de cada sector. Formación de los trabajadores y flexibilidad de las relaciones laborales para competir con los bajos salarios de los países emergentes.
En el Ministerio de Industria queremos afrontar la deslocalización no sólo como un problema, sino como un reto que puede abrir un abanico de oportunidades para las empresas españolas si sabemos aprovecharlas. En este tema vamos a trabajar especialmente con las comunidades autónomas, para adoptar conjuntamente las medidas necesarias que nos permitan como país afrontar la deslocalización con las mayores garantías posibles de éxito.
Y lo que es muy importante. Vamos a apoyar a las empresas españolas para que, en su gestión global, salgan al exterior al tiempo que mantienen y refuerzan en nuestro país las fases que aporten más valor añadido al proceso de producción y comercialización, o lo que es lo mismo, vamos a apostar por la internacionalización de la empresa española. A este respecto, estamos trabajando para intensificar nuestra presencia en los mercados de alto potencial como China, India, Rusia, Brasil, EE UU, Japón, Marruecos y Argelia. También en la captación de nuevos proyectos de inversión extranjera mediante la creación de la Sociedad Estatal de Promoción de la Inversión Exterior.
Si tenemos éxito en la doble estrategia de atraer a España la producción de empresas multinacionales de alta tecnología y, al mismo tiempo, conseguimos que las empresas españolas se internacionalicen, manteniendo en nuestro país las fases de mayor valor añadido, podemos compensar con creces el efecto negativo de las deslocalizaciones.