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La deslocalización industrial navega por la costa de California

Trabajarán como ingenieros de software a escasos cinco kilómetros de la costa californiana, pero mar adentro. Son hindúes y se han convertido en protagonistas de un experimento que riza el rizo de la globalización. La compañía informática SeaCode, con sede en San Diego (California), planea burlar la legislación laboral, así como las leyes de extranjería estadounidenses, metiendo a 600 programadores en un barco que permanecerá anclado a tres millas de la playa. El plan ha sido bautizado como Code Boat.

Desde la borda avistarán tierra firme, pero a una distancia suficiente como para considerar que fondean en aguas extraterritoriales. Así, no precisan permisos de residencia ni de trabajo para desarrollar software en turnos de 12 horas. La factoría flotante les servirá de vivienda un periodo de cuatro meses, en el que crearán aplicaciones para decenas de clientes de SeaCode. Después, según sus contratos, pueden volver a su país 60 días o pasar unas vacaciones en México.

El modelo marítimo de deslocalización nace como alternativa a la creciente implantación de fábricas en países en vías de desarrollo -plan que han seguido tecnológicas como Dell, Intel, Motorola o Microsoft- en busca de recortar costes. El resultado final serán, según sus promotores, unos precios nunca vistos -por lo bajos- en el mercado del software.

El buque, habilitado como planta de aplicaciones para empresas, fondeará a tres millas de la costa para eludir la legislación laboral de Estados Unidos

Los padres de la idea son los fundadores de SeaCode, Roger Green y David Cook, quienes cosechan duras críticas. Reconocidos columnistas estadounidenses hablan ya de 'barco negrero' y del 'crucero de la explotación obrera'. Los ingresos de un programador en EE UU van de 24.000 dólares anuales, en el caso de los más jóvenes, a los 60.000 que percibe un ingeniero senior, según estima Los Angeles Times. SeaCode asegura en defensa propia que su plantilla de inmigrantes cobrará más del doble.

Green, de 58 años, fue capitán de barco durante 16 y protagoniza ahora quiere innovar en la nueva economía: 'Haremos de pararrayos, pero mi intención es sacar el proyecto adelante antes de fin de año', declara. Este ejecutivo defiende que también creará empleo en tierra firme. Y es que cada centenar de desarrolladores hindúes precisará el apoyo de unas 17 personas en la sede de SeaCode.

Si los planes de Green y Cook fructifican, ni ellos ni sus clientes deberán cruzar el planeta para supervisar el software en una fábrica asiática. Tampoco deberán recurrir a internet para comunicarse con empleados desconocidos. Y, además, salvarían los problemas de diferencia horaria respecto a Asia o Europa del Este. La financiación para llevar a los 600 nómadas informáticos a aguas propias de surfistas está a punto. Falta encontrar el barco.

Pero el proyecto pone a prueba el derecho internacional. 'En España hablaríamos de fraude de ley porque se aprovecha la legislación marítima para actividades contrarias al espíritu de la propia ley, que es navegar', comenta el abogado de Cremades Javier Arzoz. SeaCode da una vuelta de tuerca a los cánones de producción al convertir el agua en el terreno más rentable para las empresas y en el más resbaladizo para los jueces. Abogados y Administración estudian las implicaciones de esta aventura empresarial.

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