Una fórmula para mejorar el empleo
La euforia desatada en el Gobierno por los datos de empleo de las últimas semanas no debe cegar el ánimo reformador ni impedir los cambios significativos que precisa el mercado de trabajo en España. El marchamo del empleo es cuantitativamente sólido, aunque no lo sea tanto cualitativamente. Pese a que deberían evitarse los experimentos con una normativa laboral que está funcionando razonablemente bien, no resulta menos cierto que la generación de ocupación en España sigue concentrada en sectores de escaso valor añadido, y vive de la inercia de la política económica activada con la entrada de España en el euro -que no es eterna-.
El abanico de soluciones para el mercado de trabajo es amplio. Todo el mundo tiene su particular receta: generalizar el contrato fijo con despido de 33 días de coste, tal como defiende el Gobierno; crear un nuevo contrato temporal de larga duración que parezca cuasi fijo pero sin coste de rescisión, como prefiere ahora la patronal; limitar el empleo de eventuales para dar estabilidad, como proponen los sindicatos. La resultante en empleo, con cualquiera de estas medidas o con todas ellas a la vez, no sería muy diferente del modelo actual. En él, la sensación general de flexibilidad está aceptada, y tienen fecha de caducidad uno de cada tres contratos, porque las cotas de estacionalidad de la actividad no están muy alejadas de ese umbral.
España ha experimentado crecimientos muy apreciables de empleo cuando se ha abaratado un despido muy caro heredado del franquismo. æpermil;se sigue siendo el camino, en vez de buscar alambicadas fórmulas que fracturen más el mercado. Pero debe hacerse con consenso pleno de los actores de las relaciones industriales y, obviamente, con plenas garantías jurídicas.