La lucha de las mujeres y el poder
Un siglo después del inicio de la lucha contemporánea por la igualdad social de la mujer, los logros obtenidos son evidentes. Desde la conquista del derecho al sufragio, pasando por los avances en el plano laboral, o su creciente participación y peso en la vida económica, cultural y política, las mujeres tienen hoy un protagonismo impensable hace apenas medio siglo.
Una realidad que implica un cambio histórico que, sin embargo, no es lo mismo que decir radical. Más allá de los innegables pero desiguales progresos habidos en todo el mundo, la mujer sigue ocupando un lugar menor al del hombre en los cargos directivos de empresas, partidos, sindicatos y organizaciones sociales. La mayoría de aquellas que están casadas y trabajan, continúan cargando con una doble tarea: el trabajo y el hogar.
En España se ha producido una mutación vertiginosa del papel de la mujer en las últimas tres décadas. La salida de la dictadura, la incorporación a Europa, los cambios culturales y el desarrollo económico, han acercado notablemente la condición femenina española a la europea.
Donde esto se nota más es el campo político. Actualmente, existen en el país ocho mujeres ministras. Otras dos presiden el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional. También hay una presidenta autonómica. En el mundo de la empresa, el progreso es menor. Sólo 20 mujeres integran consejos de administración de las empresas que cotizan en el Ibex 35. Apenas dos presiden compañías cotizadas de importancia. El rol femenino en los entresijos del poder económico ha sido y es secundario.
A pesar de que los hechos muestran claramente el valor extraordinario de la participación femenina en todos los ámbitos, incluido el del poder con mayúsculas, los prejuicios seculares continúan pesando como una losa. La discriminación dista de haber sido superada, pero el progreso reciente es un acicate para seguir avanzando hasta alcanzar una real igualdad de derechos.