De la caverna de Platón al velo de Penélope
Después de nueve meses, las cinco personas con 'auctoritas' nombradas por la Presidencia del Gobierno para elaborar una propuesta relativa a la 'articulación jurídica, los contenidos de programación más idóneos y la financiación más adecuada' de los medios estatales de comunicación pública han entregado su informe. El resultado son 228 páginas que reflejan tanto la opinión de la mayoría de los llamados 'sabios' como el voto discrepante del quinto, pero que ocultan cuidadosamente las opiniones del experto financiero nombrado por el Ministerio de Hacienda -pueden consultarse ambos textos en estaticos.elmundo.es/documentos/2005/02/21/reforma.pdf y en www.elmundo.es/ documentos/2005/0-2/22/informe_rtve.pdf.
El informe va precedido de un preámbulo firmado por el presidente de la Comisión, que comienza con una cita de Aristóteles y contiene conceptos tan novedosos como la videosfera -o mundo de las imágenes- y afirmaciones tan iluminadoras como que la radio y la televisión nos permiten un cambio ontológico de nuestra manera de estar en el mundo o la referente a los derechos humanos de los ojos. En el cuerpo del Informe el lector se adentra en una selva de vaguedades -como las definiciones de las funciones que deben cumplir la radio y la televisión públicas-, esquemas organizativos confusos y continuistas respecto a la situación actual, entelequias jurídicas cuyo encaje en los esquemas legales comunitarios ni se menciona y modelos de financiación que , calificados de 'equilibrados y sostenibles', proponen no sólo que el Estado asuma la deuda de RTVE -unos 7.500 millones de euros, que en realidad ya ha asumido- sino que, por un acto de fe, se declare dispuesto a continuar financiando un modelo de televisión mal definido pero con toda probabilidad seguirá arrastrando déficit crecientes.
El Informe del 'comité de sabios' presenta como grandes novedades un consejo de administración compuesto por ocho miembros -que debería ser más independiente que el actual de los partidos políticos-, un director general elegido por concurso público -a semejanza de lo que sucede con la BBC y como si España fuera la Gran Bretaña- y la citada asunción de deuda, a lo que seguiría en el futuro un aumento de la subvención pública hasta el 50% del presupuesto -cabe suponer que se refieren a los gastos de explotación-, otro 40% mediante publicidad y el 10% restante gracias a los ingresos por comercialización de programas.
Para que el lector comprenda lo que eso significa; tomando en cuenta los datos medios de los balances y presupuestos del trienio 2003-2005 y aceptando los piadosos deseos e hipótesis de los sabios, el déficit total a consignar en los Presupuestos del Estado pasaría en el 2005 de 725 a 900 millones de euros -o sea, un incremento de 175 millones-, que previsiblemente aumentará en el futuro caso de aceptarse unas recomendaciones que olvidan cualquier referencia a mejoras en la gestión u ordenación de la estructura de gastos.
Mi conclusión es que el informe se apoya en un manido maniqueísmo según el cual lo bueno es conseguir un 'nuevo modelo de medios de comunicación de titularidad estatal, potentes y de calidad' y lo malo es privatizar, sin estudiar ni discutir qué es lo susceptible de privatizarse y qué lo que conviene continúe en el ámbito público.
En realidad dicho planteamiento esconde la incapacidad para proponer reformas de un Consejo al que se le encargó precisamente eso y no formular meros parches continuistas, que para ello se sobraba y bastaba el actual aparato de RTVE. Si el lector me permite un consejo le diría que se lea únicamente el voto particular del quinto 'sabio' y el anexo que recoge las opiniones del experto nombrado por Hacienda. Las páginas del Informe revelan sobradamente la incapacidad de unos sabios para cumplir la misión platónica de lograr que los españoles no sigamos encadenados a ver las sombras de una televisión pública lamentable.
Pero no son ellos los culpables de este desengaño sino quien diseñó la idea y los eligió, olvidando que entre otras acepciones el término 'auctoritas' significa garantía de responsabilidad, autoridad que aumenta la confianza y opinión experta. Para nuestra desgracia no ha sido este el caso y RTVE seguirá, como el velo de la supuesta viuda del héroe homérico, tejiendo y destejiendo un entramado que cada día nos costará más caro a los contribuyentes.