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"Hay que desalojar el edificio"

El edificio trasero del Palacio de Congresos de Madrid se tambalea a las 9.30 de la mañana. Los más de 50 empleados que en ese momento se encuentran trabajando en la cuarta planta, donde está PRISACOM, empresa editora de CincoDías.com, saltan de sus sillas. Se dirigen a la ventana y ven una columna de humo en la parte izquierda del inmueble. A la sacudida sigue un mensaje: "Hay que desalojar el edificio".

CincoDías.com / J. Moya / J. M. Valenzuela

Con el fin de evitar el muro de cristal que recubre el edificio, cientos de personas de todas las plantas salen por la escalera de servicio hacia la calle, donde la policía trata de impedir el acceso a la zona de la bomba. En apenas 30 segundos, los agentes consiguen desplazar a la gente hasta el extremo opuesto de la calle, a unos 300 metros del lugar en el que se encuentra el vehículo.

En ese preciso momento, entre el paso de cebra y la mediana que sale de la glorieta de Don Juan de Borbón hacia la calle Ribera del Sena, a unos 10 metros de los restos del coche explosionado, un trabajador de Telefónica, Aurelio Robledillo, de 55 años, sale de su furgoneta averiada por la onda expansiva. Tan sólo sufre unos ligeros cortes en la cara, pero se encuentra aturdido mientras le atiende el SAMUR. La calle no fue totalmente cortada y la furgoneta de Aurelio, junto a varios coches más, pasó junto al vehículo cargado de explosivos en el peor momento.

Los conductores que precedían a la furgoneta de Telefónica vieron sus coches desplazados varios metros, y sufrieron diversos cortes al intentar amortiguar el golpe. A pocos metros, Roberto Rodríguez, de 25 años, notaba el temblor de su coche tras el estallido. Pudo seguir adelante.

Minutos después, la situación se tranquiliza. Las caras de miedo de los desalojados se atenúan cuando por la radio se conoce que no hay víctimas. Mientras, la policía mantiene el cordón de seguridad y los perros de los Tedax repasan uno a uno los vehículos aparcados en la calle Ribera del Sena. Los trabajadores de los edificios cercanos siguen en la calle a la espera de que la seguridad sea absoluta. Los edificios de oficinas siguen vacíos.

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