La ayuda a Asia debe ser efectiva
Dignatarios de casi una treintena de países y de decenas de organizaciones sin ánimo de lucro se dieron cita ayer en Yakarta para orquestar la ayuda humanitaria a los países afectados por el maremoto que azotó el sudeste asiático. Una reunión de la que salieron algunas buenas noticias. Para empezar, la comunidad internacional ha comprometido unos 5.000 millones de dólares de ayudas. Además, se aparcan protagonismos estériles y se permite a la ONU asumir el papel de coordinadora de la ayuda. Tanto el FMI como los principales socios del G-7 apoyaron una moratoria en el pago de la deuda de los países damnificados. Además, se acordó la creación de un centro de detección de maremotos en el Índico que impida que se repitan tragedias como éstas. Sin embargo, no se especificó quién y cómo financiará dicho centro. Y el secretario general de la ONU, Kofi Annan, lanzó un mensaje claro y rotundo sobre la necesidad de que estas promesas se materialicen realmente. Con carácter inmediato.
En diciembre de 2003, la localidad iraní de Bam fue azotada por un terremoto que causó 30.000 muertes y enormes daños materiales. Aquella tragedia fue noticia de primera página durante días y desató llamamientos de solidaridad en todo el mundo. La ONU reclamó entonces a la comunidad internacional 32 millones de dólares para reconstrucción. Un año más tarde, sólo ha recibido 17 millones.
Más que poner ceros a la cifra de promesas a largo plazo, lo esencial es que los países y las organizaciones humanitarias trabajen de manera coordinada para hacer llegar la ayuda de manera eficaz, en los plazos y lugares en los que realmente es necesaria. Mientras Annan reclama dinero con carácter inmediato, Médicos sin Fronteras pidió hace días que no se le remitan más donativos porque no tiene capacidad operativa para gestionar más fondos. Algo que pone en evidencia la necesidad de orquestar la ayuda de forma ordenada y diligente. Ahora que tiene mandato para hacerlo, esperemos que Naciones Unidas sepa hacerlo.