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Divisas

Greenspan avisa que los déficit de EE UU seguirán dañando al dólar

Mientras sigue el debate sobre si orquestar una intervención de los bancos centrales para revalorizar el dólar, el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, advirtió ayer de que los déficit de EE UU seguirán dañando al billete verde. Un declive que puede provocar, a su vez, un recorte de la inversión extranjera en este país.

Más leña para la hoguera del billete verde. Alan Greenspan alertó ayer sobre una posible reducción de la inversión extranjera en dólares, que llevaría a agudizar el ya elevadísimo déficit corriente de EE UU. En un discurso pronunciado 'a título personal' en Fráncfort, el banquero afirmó que la única solución para controlar el déficit comercial es reducir el presupuestario, de forma que se limite la carga del pago de la deuda.

Las declaraciones fueron interpretadas por los mercados como una constatación de que el dólar seguirá bajando. La divisa respondió cotizando a su menor valor frente al yen en cuatro años, mientras el euro se mantenía sobre 1,3 dólares.

El mensaje de Greenspan coincide con el lanzado por el director gerente del FMI, Rodrigo Rato, quien reiteraba ayer mismo en una revista editada por el propio Fondo que EE UU debe actuar cuanto antes para reducir sus déficit. Según Rato, depender sólo de las fuerzas del mercado para resolver los desequilibrios mundiales 'podría ser más costoso y arriesgado' que adoptar las políticas adecuadas.

Rato asegura que dejar todo en manos de los mercados 'podría ser más costoso y arriesgado'

Greenspan evitó referirse ayer a una posible intervención conjunta de los bancos centrales para frenar la caída del dólar, como piden algunas voces en Europa y Japón. Tampoco lo hizo el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, quien días atrás había calificado de 'brutal' la depreciación del dólar.

El banquero central estadounidense sí reconoció que 'en algún momento se reducirá el apetito por los activos en dólares' debido al elevado déficit por cuenta corriente. La creciente acumulación en manos de inversores extranjeros de unos dólares que pierden valor día a día puede hacer que se desvíen fondos hacia otras divisas o se exija un tipo de interés más alto para asumir el riesgo. Y una venta masiva de dólares provocaría la caída de las Bolsas y del mercado de bonos, con la consiguiente elevación de tipos para atraer inversores, elevando el coste de la financiación y el propio déficit corriente.

La estabilización cambiaria es crucial para Europa, que ve cómo la caída del dólar daña sus exportaciones y su incipiente recuperación económica. Pero también lo es para Estados Unidos: 'A corto plazo beneficia su saldo exterior, lo que marca la diferencia es la competitividad', señala Sergio Fernández, analista de Allfunds Bank. 'Pero un dólar débil encarece el coste de sus importaciones, de sus inversiones en el exterior, y de sus costosas campañas militares en Irak y Afganistán', añade.

El asunto será debatido este fin de semana en el G-20. Alemania ha pedido una 'posición común' entre Europa, Estados Unidos y Japón para frenar la caída del dólar, y la idea ha sido bien recibida en Japón. Pero el secretario del Tesoro de EE UU, John Snow, ha dicho que 'la historia de las intervenciones en el mercado de divisas es, en el mejor de los casos, desincentivadora'.

EE UU, ante 'una encrucijada crítica'

El que fuera mano derecha en lo económico del ex presidente Bill Clinton, Robert Rubin, afirmó ayer que su país se encuentra ante 'una encrucijada crítica' que puede desembocar en la pérdida de su liderazgo económico mundial. El ex secretario del Tesoro, que intervino con otros empresarios en el marco de la reunión de la APEC, pidió un cambio en la política fiscal de la Administración Bush, que ha llevado a pasar del superávit presupuestario de 2000 a un déficit de 412.000 millones de dólares.'Creo que la actual política no es la más prudente', afirmó Rubin, quien, como Greenspan, teme que los inversores extranjeros teman un desarreglo fiscal mayúsculo y dejen de apostar por Estados Unidos. El hoy presidente de Citibank cree que China se convertirá en las próximas décadas en la mayor economía del mundo, aunque para ello deba reformar su sistema financiero y arreglar el diferencial de crecimiento entre sus regiones.

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