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EE. UU.

Hace 19 años, en el Hotel Plaza. . .

El legado económico del primer mandato de George W. Bush recuerda a los primeros años de gobierno de su mayor referente político, Ronald Reagan. El déficit presupuestario era en 1985 tres veces superior al de 1980, y se pasó de un ligero superávit comercial a números rojos de 212.000 millones de dólares. Pero había una diferencia: los altos tipos de interés fijados por la Fed hacían que el dólar se mantuviese extremadamente apreciado frente a las divisas europeas.

El entonces secretario del Tesoro de EE UU, James Baker, reunió en el Hotel Plaza de Nueva York a los otros representantes del G-5 (Francia, Gran Bretaña, Alemania y Japón) para intervenir conjuntamente en el mercado de divisas. La venta masiva de dólares logró el efecto pretendido de depreciar el billete verde, pero los inversores, siguiendo la línea marcada por los bancos centrales, llevaron el cambio al extremo opuesto. Dos años después, una nueva reunión en el Hotel Louvre de París fue el preludio de la compra de dólares y la consiguiente apreciación.

El problema que se plantea en 2004 es inverso al de 1985: la devaluación del dólar perjudica las exportaciones europeas y encarece las compras estadounidenses.

La reciente petición de Hans Eichel sobre 'una postura común' de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón en el mercado de divisas, recuerda esos tiempos del Plaza aunque, como recordó Greenspan en su discurso, 'la historia no sirve para predecir el futuro'.

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