Una reforma fiscal completa
El secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, ha abierto la caja de Pandora de la reforma fiscal anunciando que el Gobierno quiere 'suavizar' (léase, reducir) las deducciones por compra de vivienda y por contribuciones a planes de pensiones. Fernández Ordóñez está convencido de que el actual modelo de IRPF es injusto, debido, entre otras cosas, a una maraña de deducciones fiscales que benefician, sobre todo, a las rentas más altas. En el caso de la vivienda, todos los expertos (incluidos los del FMI y la OCDE) coinciden en que la deducción fiscal termina trasladándose al precio, alimentando con ello la escalada en la valoración de los inmuebles. En materia de planes de pensiones, está claro que las deducciones benefician sobre todo a quienes tienen más ingresos, que pueden aliviar sensiblemente su factura tributaria mediante jugosas aportaciones.
Por todo ello, limitar las deducciones puede tener sentido. Pero sólo dentro de una reforma completa del IRPF que cumpla los compromisos asumidos por el PSOE durante la campaña electoral. Entre ellos: simplificar el sistema (reducción de tramos o, en su caso, tipo único), garantizar la progresividad del sistema y, el primero de todos, 'no aumentar la presión fiscal actual'.
La reforma del IRPF, cuya entrada en vigor está prevista para 2006, debe servir para simplificar el mecanismo y, a ser posible, corregir ineficiencias del modelo en vigor. Entre ellas, la exagerada carga tributaria que recae sobre los asalariados por cuenta ajena (que aportan más del 80% de toda la recaudación por IRPF) y las innumerables deducciones, exenciones y bonificaciones que favorecen unos tipos de ahorro frente a otros. Un modelo más simple permitiría también liberar recursos en la Agencia Tributaria para volcarlos en la lucha contra el fraude, que es otra de las batallas que Fernández Ordóñez se ha comprometido a librar. Pero sin perder de vista nunca lo prometido ante las urnas: no más presión fiscal.