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Columna
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La orientación de los Presupuestos

La incertidumbre marca los primeros Presupuestos del Gobierno del señor Zapatero. Al carecer de mayoría absoluta y de pactos estables, la diferencia entre lo presentado y lo aprobado puede ser importante, y, quizá, el grado de ejecución sea distinto al del pasado reciente.

Las previsiones sobre entorno, tales como precio del petróleo, evolución PIB real, tipos de interés y creación de empleo son difíciles de hacer. Así, con un crecimiento del 2,5% en 2003 el empleo asalariado crece un 2,4%, pero se espera que en 2005, con un crecimiento real del 3%, el empleo asalariado crezca 2,2%, lo que parece romper el vínculo entre crecimiento y empleo favorable al segundo de los años. Además, con la prevista regularización de inmigrantes ya se podría alcanzar esa cifra. El crecimiento anticipado es posible incluso contando con la desaceleración de la construcción.

El anuncio de reforma de la Ley de Estabilidad Presupuestaria genera nueva incertidumbre. Se reconoce que ayudó a 'instaurar en nuestro país una cultura de estabilidad', pero se modifica porque 'no ha conseguido su objetivo de asegurar el equilibrio presupuestario de todas las Administraciones Públicas, como muestran los déficit no anticipados acumulados por alguna de ellas', por lo que, como también se han encontrado 'determinados aspectos procedimentales y competenciales (...) mejorables', se la reformará en profundidad para 'introducir el concepto de estabilidad a lo largo del ciclo económico' y otros objetivos.

El comportamiento de Administraciones subcentrales no es imputable a esa Ley y la estabilidad a lo largo del ciclo está prevista en el Pacto por la Estabilidad y Crecimiento, por lo que parece poca razón.

En cambio, la eliminación de la Ley de Acompañamiento a los Presupuestos Generales del Estado, para remitir los temas que la configuran a proyectos legislativos con coherencia interna, tramitados por los procedimientos habituales, aporta coherencia y permite centrar el debate sobre Ley de Presupuestos en sus dimensiones fiscales y de gasto.

La expectativa de recaudación de impuestos directos (un 9,8% en total) se explica por los ingresos devengados en 2004 y liquidados en 2005. Si se consideran el crecimiento del empleo y del PIB, así como la deflactación parcial de tramos de IRPF, puede parecer discutible, aunque esa discusión tiene menos interés que la del contenido presupuestario, donde los ingresos tributarios crecerán más que el PIB monetario, tanto si se atiende al ingreso bruto como después de deducir los beneficios fiscales, lo que supone más presión fiscal.

La consideración de cada política de gasto expresada en los fondos asignados, evidencia las preferencias, del equipo gubernamental.

De las cinco divisiones en que se agrupan, cuatro suben menos que la media de gasto total inicial en 2004 (un 7,8%): Servicios Públicos Básicos (6,2%), producción de bienes de carácter preferente (3,7%), actuaciones de carácter económico (5,7%) y actuaciones de carácter general (6,4%). Suben las actuaciones de protección y promoción social (9,8%), que con la producción de bienes públicos de carácter preferente constituyen el gasto social, que sube el 9,5% y representa más de la mitad del gasto total.

Las políticas de mayor aumento en el gasto son acceso a la vivienda y fomento de la edificación que crecen un 32,5% pero, pasan sólo del 0,3% al 0,4% del gasto total. La otra es gestión y administración de la Seguridad Social, que con aumento de 45,1% pasa del 2,4% al 3,2% del gasto total.

Aquí la partida mayor es la dotación al Fondo de Reserva de las Pensiones con 5.351,2 millones de euros. Esta dotación es pertinente, pero la solidez del sistema de pensiones depende del número de cotizantes y en caso de dificultades las reservas se desvanecen en semanas.

Gasto social y previsión, pesan más que el impulso de la actividad económica. En ésta cabe destacar el aumento de dotaciones a investigación civil, que sube un 25,4% y, asimismo, en el grupo de comercio, turismo y pyme destaca positivamente el programa de apoyo a la pyme, que crece el 20%, y se trata bien a las infraestructuras que suben el 9%.

En última instancia el crecimiento y la eficiencia hacen más por prevenir problemas y aportan más medios que las asignaciones directas, por las que se ha optado.

Sin embargo, hay un cambio de prioridades pero no una apuesta exclusiva. Si el coste energético se modera, y con él los precios se controlan y permiten intereses como los actuales, estos Presupuestos Generales del estado, si bien no impulsan la inversión, no obstaculizarán el crecimiento y el aumento de la ocupación.

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