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Carrera hacia la Casa Blanca

La cuadratura de unas cuentas que no encajan

Por favor, escriba al director de su periódico una carta pidiendo que se haga algo para controlar el déficit'. Así, pero en mayúsculas, se encabezaba el desesperado e-mail a suscriptores de la Concord Coalition, un grupo de expertos que aboga por el equilibrio fiscal. La petición llega después de que la oficina presupuestaria del Congreso (CBO) dijera esta semana que el déficit en 2004 será de 422.000 millones de dólares, un récord, y que el acumulado en la próxima década llegará a 2,3 billones. Es el mejor y más irreal de los escenarios pues el CBO no calcula cambios no presupuestados aún.

Economistas, académicos, el FMI, empresarios y congresistas está preocupados por las cuentas públicas y el llamado déficit gemelo en la cuenta corriente (que supera el 5% del PIB).

Al electorado, la cuestión no le impresiona. Según una encuesta de Pew Research de julio, solo 1% de los votantes califica los déficits como preocupación y los políticos saben que hablar de cómo reducirlos repele al ciudadano.

Pero las consecuencias son negativas. La teoría dice que los déficits reducen la baja capacidad de ahorro de los americanos, que la demanda de dinero por parte del Estado desplazará al sector privado, que al competir en desventaja con el Tio Sam reducirá su capacidad de inversión y el crecimiento. Además, los déficits presionan al alza los tipos de interés (Alan Greenspan dixit). EE UU aún cuenta con el ahorro foráneo que pese al bajo dólar sigue invirtiendo (especialmente Asia). Pero la dependencia del dinero extranjero ya es alta y el riesgo de que se dispare la volatilidad financiera y el dólar entre en crisis, crece aunque los mercados estén calmados.

Los economistas creen que se ronda el precipicio. Desde que George W. Bush llegó al poder, en 2001, el presupuesto ha estado en números rojos a pesar de que recogió el testigo de un cómodo superávit. Cierto es que ha habido una recesión que ha disminuido la capacidad de ingresos del Estado pero los economistas, incluido Douglas Holtz-Eakin, director de la CBO y ex consejero del presidente, cifran el perjuicio que ello ha causado a las cuentas en las cercanías del 30%, 'el otro 30% han sido los recortes fiscales y lo demás el incremento del gasto', dice Holtz-Eakin. El conservador Cato Institute calcula que el gasto en defensa ha aumentado con Bush un 27% y el resto un 21%. El CBO dice que el crecimiento, que no será tan alto en el futuro, no compensará gastos.

Economistas como Joseph Stiglitz y Paul Samuelson critican que este déficit no contribuya al crecimiento ya que la defensa y las dos rebajas fiscales (piedras angulares del plan de Bush para salir de la crisis) a las clases altas apenas son productivas como tampoco lo son las aplicadas a la inversión empresarial si se ronda la sobrecapacidad.

La nueva administración debe alejarse de los actuales déficits pero a no ser que algo fundamental cambie, la dirección, a paso rápido, es la contraria. La legislatura que se inaugure tras el 2 de noviembre tiene la responsabilidad de cuadrar las cuentas ya que es la última antes de la masiva entrada de los baby boomers al sistema de pensiones, un sistema que hasta ahora contaba con sus contribuciones, no con sus gastos.

Los candidatos no venden la solución

Si los déficits no se atajan, las implicaciones serán muy negativas en la siguiente legislatura, pero sobre todo en la posterior, cuando se multipliquen los pensionistas y los gastos a corto y medio plazo en sanidad prometidos por Bush entre 2001 y 2004. Cuando el daño sea realmente tangible, Bush ya habrá hecho la mudanza de la Casa Blanca a su rancho de Crawford.El presidente puede empezar a arreglar la situación si cumple una de las dos promesas que ha hecho: reducir el déficit presupuestario a la mitad en cinco años. El problema es que el CBO asegura que ya no es posible y no lo será nunca sólo con el crecimiento del PIB (un revés para los abogados de la supply side economy). A menos que se estrangulen los gastos o/y se suban los impuestos. Pero Bush ha hecho otra promesa, que contradice la anterior: 'haremos permanentes las rebajas de impuestos' (que vencerán en principio en 2011). Además, el presidente promete más gastos y deducciones, sin explicar cómo pagarlas. Sólo manteniendo los recortes de impuestos se calcula que el déficit sea de medio billón de dólares en 2009 y la deuda de 4,8 billones en 10 años.El escenario pone los pelos de punta a los economistas pero no mucho al candidato demócrata John Kerry que aunque si enfatiza que el déficit es peligroso no convence a todos de que él pueda dar marcha atrás.El director de la Concord Coalition, Robert Bixby dice que los planes de Kerry también son costosos sin contar con más gastos para las guerras en Afganistán o Irak. Los planes de Kerry, más beneficiosos para la clase media, también aplican medicina de los teóricos de la supply side y cuentan con el crecimiento para acabar con los números rojos.

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