Broche final para los grandes torneos de golf
Hoy comienza el último de los cuatro grandes. El US PGA cierra el Grand Slam 2004, un año en el que el número uno, Tiger Woods, sólo ha conseguido una victoria (Accenture World Matc Play) y en el que lo más destacable ha sido el triunfo de Phil Mickelson en el Masters de Augusta.
La PGA estadounidense, que da nombre al torneo, es la asociación que agrupa a los que se dedican al golf, la mayoría profesores de clubs que imparten sus clases a millones de jugadores en todos los rincones del país. No se debe confundir con el PGA Tour que es el circuito que mantienen los jugadores que se centran en la competición y que gestionan sus propios torneos a través de una empresa que vela por el mayor calendario de golf del mundo.
Este es un año importante para la PGA que, además de organizar el último grande, prepara la Ryder Cup que se celebrará el próximo septiembre en Detroit.
El campo de Whistling Straits empieza a ser una verdadera pesadilla para los jugadores
La cita de Whistling Straits, un campo a orillas del lago Michigan, en Wisconsin, empieza a convertirse en una auténtica pesadilla para aquellos que tendrán la ocasión de jugarlo. Las palabras de su diseñador, Pete Dye, no tranquilizan a los mejores jugadores, entre ellos los españoles José María Olazábal, Sergio García y Miguel Ángel Jiménez, cuando les recuerda que 'contra más veces se juega más fácil es descubrir los entresijos del campo que está pensado para disfrutarlo', dice.
Cada golpe es un desafío. Hay que pensar hacia dónde conviene enviar la bola y calcular todos los peligros que le aguardan en su zona de aterrizaje. El campo, un auténtico links con búnkers y greenes estadounidenses, encierra más trampas que un recorrido del British Open. Su propietario, Herb Kohler, un holandés que se ha convertido en el rey de las griferías en Norteamérica, adquirió estos terrenos en una subasta al Ejército de los EE UU. Su sueño era convertir este espacio en un pedazo de Escocia, con montículos y valles, por ello no dudo en traer arena para moldear el diseño de Dye que necesitó hasta 13.126 camiones repletos de tierra para culminar su obra.
'Este recorrido ocupa el primer puesto en el ranking de campos que los jugadores amateurs americanos desean jugar... una sola vez en la vida', reconoce un portavoz de la US PGA, aunque hay cola para pagar los 270 dólares que cuesta el green fee para perder bolas, sumar golpes y desesperarse a lo largo de cinco horas y media de encrespado paseo.
Incluso los espectadores lo tendrán mal para seguir el juego. No es un campo cómodo para andar y la US PGA ha construido dos grandes tribunas en los hoyos 9 y 18 para concentrar ahí a los aficionados que no quieran adentrarse en una zona poco amable, sin apenas árboles, ventosa, cuya dirección e intensidad puede variar totalmente cada tres horas, pero en la que verán cómo los más grandes sufren, pierden bolas como ellos, con unos pares 3 dificilísimos en los que algunos dan como bueno salir con bogey y un hoyo 18 que tiene un green dos veces más grande que el de Augusta.
Johnny Miller, campeón del US Open de 1973 y hoy comentarista de golf, fue a jugarlo con un grupo de amigos: 'El mejor resultado fue 78 golpes', reconoció, en un recorrido capaz de acabar con la paciencia de todos.
Un año de pocas estrellas
Desde que Tiger Woods ganara en 2002 el US Open, nueve jugadores distintos se han impuesto en los grandes torneos que hasta hoy se han disputado. Siete de ellos lo han hecho por primera vez: Rich Beem, Mike Weir, Jim Furyk, Ben Curtis, Shaun Mitcheel, Phil Mickelson y Todd Hamilton. Sólo los surafricanos Ernie Els y Retief Goosen, que no jugará el US PGA por culpa de una lesión mientras practicaba jet ski, sabían lo que era ganar uno grande con anterioridad.De los tres españoles con plaza para disputar el US PGA sólo uno, José María Olazábal, ha jugado las semanas previas al torneo en EE UU. El vasco, cuya última intervención en territorio estadounidense se remontaba al Masters, el pasado mes de abril, disputó el Buick Open y el International, en ambos acabó en la misma posición: decimosegundo, embolsándose 94.500 y 105.000 dólares, respectivamente, los mayores premios de una temporada floja.Sergio García no ha jugado desde el British Open en una planificación de temporada que, dicen los expertos, va contra toda lógica al encadenar los tres grandes (US Open, British y PGA) sin jugar ni un solo torneo en medio.Miguel Ángel Jiménez necesita hallar la tranquilidad en su juego que le ha llevado a conseguir tres victorias del circuito europeo esta temporada.