Impulso en el Este

El fuerte impulso dado en 2003 a las inversiones directas españolas en el Este de Europa (se multiplicaron por diez, hasta situarse cerca de los 500 millones de euros) no debe abrir puertas a la tan habitual autocomplacencia. El interés de las empresas españolas en esos países es muy reducido si se compara con otros socios comunitarios como Alemania, Italia, o algunos, incluso, con menor peso económico relativo como Holanda. La incertidumbre generada por el precio del petróleo y el esperable alza de los tipos de interés hacen a las empresas españolas ser cautas en sus decisiones, y eso es lógico. Pero, al mismo tiempo, un exceso de celo protector puede retrasar aún más la salida de muchas pymes al exterior, en un entorno fuertemente competitivo. Para garantizar el futuro, ya no basta con aumentar los intercambios comerciales. Es necesaria una estrategia inversora potente, con visión a medio y largo plazo.