Temporalidad indefinida
Uno de cada tres asalariados españoles tiene una relación temporal con la empresa que le paga. Número arriba, número abajo, la misma proporción que hace diez años, pese a que el mercado se ha tragado 14.000 millones de euros en bonificaciones en las cuotas sociales para combatir la temporalidad. En los siete últimos años, el fuerte crecimiento del empleo fijo no ha evitado el avance de la precariedad, que se ha convertido en un mal endémico, por un uso adúltero de una fórmula que se inventó para encontrar una salida honrosa a los jóvenes parados en los ochenta.
La doctrina asegura que esta temporalidad es imputable al alto coste del despido de los fijos. Es difícil de probar, pero es cierto que el empleo ha crecido, y el fijo más, cuando se han reducido las indemnizaciones. Sin despreciar el debate del coste del despido, se impone ya poner coto normativo al abuso del contrato temporal sin causa.