La costosa batalla contra el empleo temporal
Las bonificaciones de cotizaciones empresariales al empleo estable creadas en 1997 han costado unos 14.000 millones de euros a las arcas públicas. En estos siete años la tasa de temporalidad sólo ha disminuido tres puntos, del 33,3% al 30%, con lo que uno de cada tres asalariados sigue siendo temporal.
De los casi once millones de asalariados que existen en España, 3,5 millones tienen un contrato temporal, lo que supone la tasa de temporalidad más alta de Europa (el 30% frente al 14% de la media europea). Reducir el abuso de la contratación temporal será el tema estrella en le proceso de diálogo social que se iniciará en septiembre, pero también se perfila como el asunto más espinoso y que más división generará entre empresarios y sindicatos.
Lo primero que tendrán que hacer los negociadores es estudiar si las formulas escogidas hasta ahora para reducir la temporalidad han tenido buenos resultados.
Desde que el Gobierno socialista creara el contrato temporal sin ningún coste de despido, en 1984, el abuso de esta contratación tuvo sus peores momentos hacia 1995. Aquel año, como efecto de la reactivación económica, los empresarios eligieron masivamente estos contratos, ya que si llegaba otra crisis como la de 1993, sería gratis despedirlos.
Para echar el freno a una temporalidad desbocada, en mayo de 1997, la patronal logró arrancar un acuerdo a los sindicatos por la estabilidad en el empleo en el que se creaba un contrato indefinido con un despido más barato (33 días por año, en lugar de los 45 días tradicionales) y bonificado con menores cuotas a la Seguridad Social para determinados sectores con mayores dificultades de integración laboral (jóvenes, mujeres, mayores y discapacitados).
Así, la combinación de abaratar el despido de los nuevos contratos fijos e incentivarlos con bonificaciones consiguió dar un vuelco en el crecimiento del empleo, haciendo que cerca del 85% del empleo neto creado entre 1997 y 2003 haya sido indefinido, pero esto no ha sido suficiente porque no se ha conseguido que la temporalidad deje de crecer.
Es indudable, por tanto, que las bonificaciones, que desde 1997 le han costado al erario público unos 14.000 millones de euros (alrededor de 2.000 millones de euros anuales incluidos en los Presupuestos del Instituto Nacional de Empleo, Inem), han sido positivas, y aunque no hayan logrado frenar el recurso constante al contrato temporal, la tasa de temporalidad ha caído del 33,3% al 30,1% entre 1997 y 2004.
Prueba de que esta reducción de cuotas selectiva ha funcionado bien, es que la temporalidad del sector privado (cuyos empresarios son los que se benefician de las bonificaciones) ha sido la que más ha caído: del 39% al 32% en la actualidad, mientras que en el sector público (no afectado por las bonificaciones y con fuerte restricción legal a la nueva contratación) la tasa de temporalidad se ha disparado del 16% al 21,8%.
Pero empresarios y sindicatos coinciden en que la política de bonificaciones, aunque debe mantenerse de manera más restringida, se ha agotado. También parece descartada una reforma legal de los contratos temporales y los sindicatos confían en que reforzando la actuación de la Inspección de Trabajo se conseguirá frenar la temporalidad. Sólo queda esperar a que en el diálogo social, inventen ellos.
La construcción, la más precaria
Al menos uno de cada dos trabajadores de la construcción tiene contrato temporal. Es el sector con más temporalidad de todos, aunque también es el que más ha reducido su tasa de contratos eventuales desde la reforma de 1997, que incentivó la contratación fija. Así, en 1996 la tasa de temporalidad de la construcción era del 63% y en la actualidad se ha reducido al 56,2%.Sin contar con la agricultura (donde por la naturaleza temporal de su actividad el 58,7% de los asalariados es eventual), el segundo sector más afectado por la temporalidad es el de los servicios, con un 27,2% de contratados temporalmente. Aunque en este sector la precariedad sólo ha caído dos puntos desde 1996.Los otros dos grandes colectivos de trabajadores temporales son los jóvenes y las mujeres, quienes siguen pagando el 'peaje' de la temporalidad en el acceso al mercado laboral. Al igual que en la construcción, uno de cada dos asalariados menores de 30 años tiene un contrato temporal y mientras la temporalidad afecta al 33,4% de las mujeres, lo hace al 28% de los hombres. Para cerrar el perfil de trabajador temporal no hay que olvidar que Andalucía es, con diferencia, la región más azotada por la precariedad, con el 44,6% de sus trabajadores con contrato eventual.
Una fórmula contra el paro juvenil adulterada octubre de 1984
'Yo prefiero un empleo temporal a un parado'. Así defendió Felipe González en 1984 los contratos temporales para combatir un desempleo juvenil expansivo. Sin embargo, una fórmula que parecía adecuada para tales fines, ha sido violentada por el mercado laboral hasta el punto de extenderse a todas las cohortes de edades y resistir a todo tipo de terapias. Este es el itinerario seguido por la temporalidad.