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Tribuna
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Gasto en medicamentos y sostenibilidad

El actual nivel de gasto en medicamentos pone en duda a medio plazo la sostenibilidad del sistema. Para atajarlo, el sector farmacéutico apuesta por soluciones estructurales, orientadas a la prescripción, dispensación y uso racional del medicamento, con una decidida apuesta por los genéricos

Cada vez que oímos hablar en nuestro país del gasto en medicamentos (mal llamado gasto farmacéutico) se nos ponen los pelos de punta. Y no es de extrañar: desde ciertos ambientes se ha asociado el gasto a una imagen de derroche, descontrol y crecimiento desmesurado. Pero las cosas no son blancas o negras, y el crecimiento del gasto en medicamentos que, sin lugar a dudas, representa un problema para el sistema sanitario español, tiene también una cara positiva que no podemos obviar.

Detrás del incremento del gasto en medicamentos hay una buena noticia. El gasto aumenta porque aumenta la demanda y la demanda aumenta porque cada vez son más los colectivos que se incorporan a la prestación sanitaria. La cara positiva del gasto en medicamentos en nuestro país es que el Estado social se ha consolidado, ampliando su protección sanitaria a todos los colectivos sociales más allá de su nivel de renta. Y por eso, todos nos tenemos que felicitar. Qué duda cabe que, dejando de lado el consumo irresponsable e inútil, el gasto en medicamentos representa, por lo general, inversión en sanidad, bienestar y calidad de vida de nuestros ciudadanos.

Sin embargo, es cierto que las tasas de crecimiento que ahora mismo se vienen registrando ponen en duda a medio plazo la sostenibilidad del sistema y que, por decirlo de forma que todos lo entiendan, el sistema público sanitario puede llegar a morir de éxito. La farmacia española no ignora esta realidad, entre otras razones porque desde que en 1993 sufriéramos el primer medicamentazo los farmacéuticos hemos tenido tiempo de cobrar conciencia de la inexorabilidad del cambio: el espléndido periodo que vivieron todos los sectores vinculados al medicamento entre 1979 y 1995, coincidiendo con la expansión del Estado del bienestar, es hoy historia, y los farmacéuticos ni podemos ni debemos volver la espalda a ese objetivo común que es contener el gasto en medicamentos.

Nuestro sector puede y quiere contribuir a frenar el crecimiento del gasto en medicamentos, no el inevitable por el aumento de la demanda, sino que el que sí puede atajarse. Y quiere hacerlo por razones obvias: porque de ese objetivo depende la propia sostenibilidad del sistema asistencial de farmacia que disfrutan los ciudadanos españoles. De ese objetivo depende nuestra propia subsistencia como agentes básicos del sistema sanitario.

Quien piense que los farmacéuticos sólo piensan en términos de rentabilidad presente se equivoca de raíz. A los farmacéuticos lo que nos preocupa es que se mantenga intacta la esencia de nuestro modelo de farmacia, porque es el modelo en el que creemos, el que dignifica y en el que cobra todo su sentido nuestra profesión, y el que además entendemos que beneficia a la gran mayoría de ciudadanos, muy especialmente a los de menos posibilidades económicas. Si asegurar este modelo significa ciertas renuncias, los farmacéuticos estamos dispuestos a ellas.

Que nadie dude, por tanto, que a los farmacéuticos nos preocupa más que a cualquiera la sostenibilidad del sistema sanitario y por ende el control del gasto en medicamentos. Y que estamos dispuestos a colaborar para encontrar soluciones efectivas a este problema.

Estas soluciones sólo pueden ser estructurales. Las simplistas políticas económicas tendentes a recortar márgenes a la farmacia se han revelado completamente ineficaces. No sabemos si movido por convicciones íntimas o por la presión de ciertos lobbies interesados en la liberalización de la farmacia, el Gobierno anterior se empeñó en estas medidas, y sencillamente se estrelló. Por remitirnos a datos recientes, el gasto de marzo dejó ya sin efecto la bajada del precio de más de 2.100 medicamentos que se puso en marcha en enero. El Gobierno liderado por Rodríguez Zapatero, que ha anunciado ya un 'plan de choque', debe saber que por ese camino no encontrará ninguna salida.

Desde el Consejo Andaluz de Colegios de Farmacéuticos tenemos la esperanza de que el nuevo Ejecutivo elija otras opciones más eficaces. Tenemos la esperanza de que siga el mismo camino de colaboración con la farmacia y de medidas estructurales que ha recorrido el Gobierno andaluz, y que ha permitido que la comunidad andaluza mantenga en 2003 cifras por debajo de la media nacional.

En Andalucía, la Administración y los profesionales farmacéuticos hemos sido capaces de ponernos de acuerdo en una política verdaderamente eficaz de contención del gasto, orientada a una prescripción, dispensación y uso racional del medicamento, y con una apuesta muy explícita por los genéricos. Hoy, la prescripción y dispensación por DOE (denominación oficial española) supone ya en Andalucía cerca del 50% y ha generado un ahorro al Servicio Andaluz de Salud (SAS), desde su entrada en vigor, a finales de 2001, de 43,1 millones de euros. Extender estas medidas a todo el territorio nacional, fomentando la colaboración con los farmacéuticos, y no el enfrentamiento, nos parece la mejor aportación que puede hacer el nuevo Ejecutivo de Zapatero a la sostenibilidad del sistema sanitario.

Estoy convencido de que los consejos de colegios de otras comunidades están dispuestos a participar en este esfuerzo colectivo de reducción del gasto que es bueno para la farmacia y para la sociedad española, porque garantiza la pervivencia del sistema.

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