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Tribuna
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Krugman, el radical circunstancial

El jurado del Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales acaba de conceder el galardón al economista Paul Krugman. Es un justo reconocimiento a su brillante trayectoria profesional. El jurado hace especial mención a sus contribuciones a la teoría del comercio internacional y del desarrollo económico.

Con un amplio currículum universitario, Krugman es autor de más de un centenar de artículos en revistas y de 18 libros, algunos ya clásicos. Trabajó también, a principios de los ochenta, en el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca, y ha sido consultor del FMI, el Banco Mundial, la ONU, la Comisión Trilateral, y el Departamento de Estado de EE UU.

Krugman es considerado uno de los mejores economistas de su generación y está todos los años en las quinielas para el Premio Nobel. Durante las pasadas décadas formó parte de un pequeño grupo de economistas que cuestionaron los postulados tradicionales sobre el comercio internacional. En particular, Krugman es reconocido como el cofundador de la 'nueva teoría del comercio internacional' que ha tenido un gran impacto en las ciencias económicas y las finanzas. En sus investigaciones ha analizado las causas del comercio internacional (estudiando la influencia del crecimiento económico, el papel de la historia, y el cambio tecnológico), y ha reabierto debates sobre las trayectorias internacionales de especialización, y los efectos del proteccionismo. También ha desarrollado nuevas modelos sobre política comercial optima, política comercial estratégica, y sobre los efectos de la políticas comerciales en mercados competitivos imperfectos.

Sus publicaciones en el campo del comercio internacional han contribuido a desmontar mitos sobre los efectos de la competencia internacional en la economía estadounidense, el impacto de la competencia procedente de los países en desarrollo, la localización de actividades económicas, o el efecto del cambio tecnológico sobre la sociedad.

Además ha escrito sobre temas tan importantes como el impacto de los tipos de cambio en políticas de ajuste de las balanzas de pagos, el papel de la especulación en el funcionamiento de los regímenes cambiarios, la deuda del tercer mundo, y la construcción del sistema monetario internacional. Sus análisis sobre las crisis financieras de los noventa en Asia, que él atribuye a fallos del lado de la demanda de la economía (insuficiente gasto privado para maximizar la capacidad productiva disponible) y compara a la Gran Depresión de los treinta, así como su acertado estudio sobre la evolución de los noventa, 'la era de las expectativas limitadas', han iluminado algunos de los principales debates en el campo de la economía en la última década.

En los últimos años ha decidido extender sus talentos al ámbito periodístico y colabora como columnista en The York Times. En un principio su labor era comentar noticias de carácter económico. Sin embargo su frustración con las políticas de la Administración Bush, y sobre todo con lo que considera la reacción timorata de los periodistas y la prensa de EE UU a los abusos de esta Administración, le han llevado a convertirse también en un agudo comentarista político. Fruto de esta colaboración ha publicado recientemente el libro El Gran Engaño en el que recopila más de tres años de sus columnas en el diario y otras publicaciones. Es un alegato contra el extremismo de las políticas de la Administración Bush y contra la falta de respuesta de las elites en EE UU a sus excesos. Para Krugman, la manipulación de las políticas económicas de Bush, que presenta como medidas populares decisiones que benefician a los sectores más favorecidos, es la otra cara de la moneda de la manipulación de la política de seguridad nacional. De acuerdo con su análisis, el objetivo último de estas políticas es disminuir radicalmente el poder y alcance del Gobierno federal a través de reducciones de impuestos, crisis fiscales, y aumentos del presupuesto de defensa. Su condición de outsider, que no depende de los contactos ni de los favores de los poderosos para tener acceso a las noticias, le concede la objetividad y libertad que le han convertido en un azote implacable contra la Administración Bush.

En una época en la que abundan los expertos que tratan de popularizar la ciencia económica, afortunadamente tenemos a Paul Krugman para cuestionar los postulados dominantes, hacernos entender complejos conceptos, y desmontar mitos.

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