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Tribuna
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Una mirada atrás

Si a principios de año abundaban los avisos de prudencia de las autoridades frente al mayor optimismo del mercado, ahora ocurre lo contrario. Según el autor, los dirigentes económicos se muestran muy optimistas sobre el crecimiento cuando los inversores comienzan a sentirse cautelosos

Cinco primeros meses duros. Como de hecho lo está siendo junio. Es como si hubiera pasado más de un año desde que cerramos 2003. Hemos visto de todo: subida de las Bolsas versus caída de las Bolsas; subida de la deuda (tipos de interés a la baja) versus subidas de tipos; caída del dólar, recuperación posterior y vuelta a la baja. Y especialmente tensiones en el petróleo, en contra de la corrección (es cierto que no uniforme) en el resto de las materias primas. Demasiada incertidumbre e inestabilidad.

¿Y la economía? Lo cierto es que los datos económicos han seguido una senda clara: recuperación, incluso acelerando el ritmo de crecimiento desde finales del primer trimestre. ¿Les llama la atención? Pues imagino que mucho más a las autoridades económicas. Si a principios de año eran abundantes los avisos de prudencia desde las autoridades, frente al mayor optimismo del mercado, ahora ocurre lo contrario. Las autoridades se muestran muy optimistas hacia la continuidad (aceleración en algunos casos) del crecimiento, cuando los inversores comienzan a sentirse muy cautelosos hacia el futuro. ¡Es el poder de los mercados! Yo lo tengo comprobado: cuando las Bolsas suben, todos estamos mucho más optimistas. Tanto los inversores, que son también consumidores, y las empresas.

Pero parte de este optimismo desaparece si las Bolsas retroceden. Incluso muchos inversores comienzan a preguntarse por las similitudes entre las caídas de las Bolsas en las últimas semanas y su pobre comportamiento entre 2000-2002. Es la prueba de fuego de que volvemos a la normalidad, económica y financiera.

Me gusta pensar que los agentes económicos son ahora más prudentes. Esto no significa que vayan a disminuir su gasto o inversión. Las condiciones financieras son muy positivas para las empresas, lo que favorece la contratación. El empleo es la clave para que se recupere el consumo.

Y todo ello cuando el comercio mundial puede crecer este año por encima del 10%. Recuerdo como Alan Greenspan hace algo más de un año recomendaba al Gobierno norteamericano no volver a reducir los impuestos: 'La recuperación económica va a llegar de cualquier modo'.

Claro que en junio del año pasado volvió a recortar los tipos oficiales para prevenir el riesgo de deflación. 'El riesgo de error con este descenso de tipos es mínimo', decía. Tuvo razón en aquel momento. No tanto sobre el temor a la deflación como con relación al riesgo a corto plazo que conlleva tener tipos de interés tan bajos. Pero la situación ahora es bien diferente: es preciso subir los tipos oficiales para acomodarlos a una situación más coherente con el escenario que se nos presenta a medio plazo. En definitiva, con un escenario de fuerte crecimiento y estabilidad en la inflación.

¿Y la subida de los precios del petróleo? Como decía una fuente del Ecofin: 'Se puede sentir preocupado por el potencial impacto negativo en el crecimiento y en la inflación, pero no aterrado'. Yo veo la subida de los precios del petróleo como el mejor argumento para que los bancos centrales retornen lo antes posible a una política monetaria neutral. De esta forma se evitarían los excesos que pueden surgir en la fase alcista del ciclo económico, limitando el riesgo de que surjan expectativas de inflación a medio y largo plazo. ¿Podemos vivir con unos precios del petróleo en 40 dólares barril? Claro que sí. Pero es preferible que bajen hasta niveles más coherentes de 30 dólares barril, cortando por lo sano los temores a una nueva crisis del petróleo.

¿Subieron demasiado las Bolsas durante el año pasado? Es difícil generalizar, aunque debo reconocer que subidas de entre el 30%-40% (incluso más del 70% en algunos casos) como las que vimos el año pasado deberían hacernos más escépticos sobre su continuidad a corto plazo. Y esto incluye a las respuestas frecuentes entre los analistas de que estaban muy castigadas, del exceso de liquidez o incluso la inexistencia de alternativas para los inversores para justificar nuevas subidas. Las Bolsas subieron con fuerza el año pasado al descontar un escenario económico tan positivo como el actual. El detonante de las subidas, como fue la recuperación de los beneficios empresariales, sigue siendo válido. Pero cada vez hay menor posibilidad de que se produzcan sorpresas positivas en los beneficios. Algunos hablan de un relevo del ciclo de beneficios durante el 2003 hasta el ciclo de tipos de interés actual, condicionado en este último caso con la evolución al alza de la inflación.

En definitiva, las subidas de la inflación y de los tipos estarían amenazando la continuidad del escenario descontado ya por las Bolsas. No lo creo. Bueno, sí sería evidente en caso de una mayor subida del petróleo. Incluso también si se mantienen en los niveles altos actuales, amenazándonos con mayores subidas. Pero debemos ser más optimistas en caso de que los precios del petróleo acaben retrocediendo. También que las subidas de los tipos oficiales prevengan que se formen expectativas de inflación a medio y largo plazo.

Un año complicado. Así consideré hace meses el actual ejercicio. Sin embargo, ahora prefiero pensar en un año de consolidación. No es mala cosa, considerando las incertidumbres que hemos tenido (que tenemos) que superar. ¿Cómo será la segunda mitad del ejercicio? Yo creo que mucho mejor que la primera. Al menos, menos incierta desde el punto de vista económico. Aunque también deberíamos ver una moderación del ritmo de crecimiento actual. Un crecimiento menor pero más sólido. Los mercados deberían así valorarlo.

Economista jefe en España de Citigroup

Las condiciones financieras son muy positivas para las empresas, lo que favorece la contratación

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